Las esculturas y las instalaciones sobre el terreno caracterizan los elementos que se disponen en esta muestra para ser recorrida por los jardines de la Dirección General de Museos.
Las esculturas y las instalaciones sobre el terreno caracterizan los elementos que se disponen en esta muestra para ser recorrida por los jardines de la Dirección General de Museos. Con el verde como entorno y la costanera en su horizonte, es la segunda fase de este trazado que se realiza en torno a la experimentación entre arte y naturaleza. Su mentora y curadora es Claudia Aranovich, quien seleccionó a ocho artistas para completar el proyecto.
Terreno de Arte Experimental propone que los artistas exploren nuevos caminos en su interacción con la naturaleza y que sus trabajos de intervención reflejen un modo de apropiarse del espacio. Al transitar por el parque se vislumbra entre el paisaje una cama de hojas secas, cuando el visitante se acerca comienzan a surgir sonidos que llegan desde atrás del árbol contiguo, es un diálogo de una erótica conversación entre chicas. Como quien escucha detrás de una puerta, o agazapado entre las plantas, el susurro atrae la curiosidad por la intervención sonora "Escondida" de Diana Schufer. Edgardo Madanes propone una especie de novedad en lo natural al construir un globo gigante de mimbre que parece haber crecido junto al árbol. Entre una especie de reptil gigante y raíces que buscan la luz, ondula la escultura de María Guallar, un "espacio escultórico" formado por volúmenes de ramas rojas unidas que se conectan y modifican el espacio. En "Mío Mío", de Gerardo Feldstein dos pares de brazos de cinco metros se extienden hacia el árbol más cercano. Allí, el hombre y la naturaleza se funden creando lazos visibles a los ojos e invisibles a partir de la poesía que despierta la posibilidad de la fantasía. Gerardo Wohlgemuth construyó un espejo de agua para verse reflejado y también para reflejar el cielo y el paisaje en un proceso de mimesis con la naturaleza. Enrique Banfi organizó una instalación sonora: al circular por las esculturas del Luis Perlotti (1890-1969) comienzan a oírse mitos y leyendas con la temática indigenista que caracterizó la obra del escultor. La vitalidad indiscutible de la naturaleza se refuerza en esta propuesta a partir de las intervenciones de los artistas. Las formas, los materiales, los colores y los sonidos se conjugan en obras en las que la armonía entre los elementos y conceptos están en consonancia con el entorno. Proponen finalmente un modo en donde la mano del hombre tiene la posibilidad... y puede contribuir con su obra al equilibrio natural.
Hasta el 20 de agosto en Centro de Museos de Buenos Aires, Av. de los Italianos 851.