Emilio Pettoruti, un artista referencial de la vanguardia argentina "amaba a los clásicos, pero no tenía prejuicios"
La primera mitad del siglo XX se sumió en advertencias y rupturas que tuvieron como factor detonante un proceso de cambio en la construcción de los lenguajes, atravesados por una necesidad más o menos relativa de abandonar uno de los lineamientos pictóricos más fuertes de la historia del arte hasta ese momento: la figuración. Este proceso estuvo marcado por una serie de búsquedas destinadas a instaurar otro valor, que funcionó como motor de cambios estéticos y culturales en ese momento: el valor de lo "nuevo".
Emilio Pettoruti es uno de los artistas más representativos para visualizar estos rasgos en la historia del arte argentino. Precursor de los modernismos que, durante el siglo pasado en los años 20, propulsaron una serie de tensiones que gravitaron fuertemente en el interior del campo del arte.
Nació en La Plata, en 1892. Desde el 26 de mayo y hasta el 26 de junio de este año, su producción se exhibe en el Museo Castagnino de Rosario bajo la curaduría de Nelly Perazzo; quien ha seleccionado una serie de obras pertenecientes al patrimonio de la Fundación Pettoruti y a algunos coleccionistas privados, a las que se sumaron las tres prestigiosas pinturas que tiene la colección de dicho museo.
La obra de este artista está marcada por la continua necesidad de aprehender los modelos del arte europeo, en función de una apropiación de lenguajes afines a una propuesta estética que pronto lo convirtió en uno de los pioneros de la abstracción en Argentina. Tanto para él como para sus pares, el acceso a esta posibilidad lo dio la instancia del viaje, pues en 1913 fue becado para estudiar en Europa. Embarcó rumbo a Italia instalándose en la ciudad de Florencia, donde desarrolló un intenso contacto con la pintura de los primitivos toscanos y con las nuevas producciones de vanguardia del futurismo y del cubismo.
Volvió a Buenos Aires en 1924. Un año mítico para la historia de la vanguardia argentina, pues se halla marcado por dos hechos: el nacimiento de la revista Martín Fierro, que nucleaba al movimiento moderno, concentrando escritores, poetas y artistas, y la primera exposición individual del propio Pettoruti en el Salón Witcomb de Buenos Aires. Allí sus obras, decididamente vanguardistas para la época, provocaron un gran escándalo entre los espectadores. Un público que rechazaba los lineamientos de una nueva sensibilidad. Lineamientos que fueron redefinidos por otros artistas de la época para hacer visible una compleja trama de lenguajes lindantes, mediante una serie más o menos estable de bloques temáticos, entre la figuración y la abstracción.
En este sentido, cabe señalar que la exhibición Homenaje a Emilio Pettoruti cuenta con una muestra simultánea, ideada por el equipo curatorial del museo. Una especie de correlato para entender esta trama de relaciones entre artistas, estimuladas por un clima atravesado por la necesidad del intercambio y de la mirada hacia lo nuevo. Esta exposición coetánea concentra obras de los rosarinos Augusto Schiavoni y Manuel Musto. Artistas que compartieron parte de su estadía en Florencia con Emilio Pettoruti, quien los menciona a partir de una anécdota mundana en su autobiografía "Un pintor ante el espejo".
Más allá de la anécdota, las obras de estos rosarinos dan cuenta de un tipo de correspondencia que marca los desarrollos del arte hasta el día de hoy: aquellos vínculos que hablan de una referencia y no de una dependencia. En efecto, ambas exposiciones postulan un discurso ávido para seguir abriendo el debate sobre un arte que se origina, fundamentalmente, en los vínculos y las apropiaciones. Por lo tanto, los itinerarios de estos creadores y los diálogos que forjan sus obras, expuestas en forma simultánea, nos permiten señalar también que la relación Buenos Aires-Rosario sigue siendo un detonante complejo y significativo de la producción artística en nuestro país. Hasta el 26 de junio en Museo Castagnino, Av. Pellegrini 2202 (Rosario).
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