News Argentina

miércoles 16 de julio, 2008
MARCELO BONEVARDI EN KLEMM
por Mercedes Casanegra
MARCELO BONEVARDI EN KLEMM
 

Se cumplieron nueve años desde la última vez que el público argentino (Museos Caraffa, Castagnino y Centro Cultural Recoleta en 1997) vio un conjunto de obras del artista cordobés que residió en Nueva York durante treinta y tres años a partir de obtener la Beca John Simon Guggenheim en 1958.

Se cumplieron nueve años desde la última vez que el público argentino (Museos Caraffa, Castagnino y Centro Cultural Recoleta en 1997) vio un conjunto de obras del artista cordobés que residió en Nueva York durante treinta y tres años a partir de obtener la Beca John Simon Guggenheim en 1958.
En 2006 tenemos el privilegio de contar con dos exposiciones simultáneas y muy diversas entre sí­: Obras tempranas 1948-1958 en Fundación Alón y ahora Bonevardi-Dibujos en Fundación Klemm. Ambas ofrecen propuestas no formuladas en nuestro medio hasta el presente. La última presenta un recorrido -selección de Gustavo Bonevardi y Valeria Fiterman- a través de su obra gráfica que cubre el arco entre los años 1961 y 1993, casi el final de su vida. La intención de los organizadores fue que estuviesen representados no sólo todos los perí­odos, sino también la variedad de lí­neas de trabajo que el artista abordó. Desde obras de 1961, de presencia inédita para nosotros, en que la carbonilla ha sido trabajada como la trama de un textil (R. Ferraro) en un cruce de poéticas informalistas, surrealistas y abstracción geométrica; planos para sus construcciones; pasando por la transición de los primeros años 70 cuando comenzaron a aparecer las tres dimensiones de los volúmenes escultóricos. A partir de allí­ y en adelante no sólo las técnicas se hicieron más complejas y elaboradas sino que comenzó a surgir su vocabulario iconográfico tanto propio como cada vez más poblado de elementos. Surgidos de un horizonte relacionado con lo mí­tico, lo mágico y lo simbólico, los engranajes, los dispositivos, los mecanismos, las esferas, entre otros, son de una sofisticada elaboración tanto técnica como apariencial.
Es en este punto donde parece iluminarse una hipótesis para aquellos que conocen también sus construcciones, eje fundamental de trabajo del artista, cuya primera serie data de 1963. Los dibujos, en especial, aquellos en que la complejidad no sólo compositiva sino también la que encierra el refinamiento de elaboración de cada uno de sus elementos, a partir de mediados de los 70, parecen contener en sí­ mismos el resumen de las edades de la historia. Postura, sin duda, posmoderna. Desde el arte de Grecia y Roma, el precolombino, Piranesi, Kiefer, Vermeer, hasta la literatura de Borges, Cortázar, Eco, Calvino, entre otras citas tácitas, están incluidas en la labor gráfica. En cambio, en las construcciones parecerí­a que habiendo conocido ese pasado de la civilización, el artista hubiese realizado un acto ritual de despojamiento y se hubiese consustanciado, casi solamente, con las ideas en torno a las estructuras de las creencias y pensamientos primitivos. No se refirió necesariamente a un lugar especí­fico o tal vez a América latina, o a un lugar inmaterial perteneciente a la humanidad toda. Como un artista-antropólogo de nuestro tiempo, Marcelo Bonevardi parece haberse internado en la intimidad del tiempo para recobrar la suntuosidad y el esplendor de una metafí­sica hoy ausente y hacerla presente en sus obras. Sus dibujos muestran hoy otra faceta de su extenso imaginario.

Hasta el 1º de julio en Fundación Klemm, Marcelo T. de Alvear 626 y en Fundación Alon, Viamonte 1465.

 

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