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Con noventa y tres años, Gerardo Romano vuelve a exponer sus pinturas, esta vez en la Galería de Arte del Banco Nación. Sin duda es un verdadero acontecimiento poder disfrutar nuevamente de sus obras puesto que, alejado de todo evento cultural y social, nada es más importante para él que su oficio de pintor. Si bien comenzó estudiando escultura con Juan Bautista Leone, muy pronto conoció a quien sería su maestro, Demetrio Urruchúa, y con él descubrió que la pintura se nutre del alma humana y del espíritu que los artistas le imponen a los seres y las cosas. Surgieron así en los años 70 composiciones muy sólidas dedicadas a la mujer. Sentada, recostada, de pie, su cuerpo es acariciado por una pincelada suave que no deja huellas a su paso. Con delicadeza funde el contorno de la figura con el fondo buscando que esa imagen lograda se convierta en una aparición, como si emergiera desde un plano oscuro hacia la luz. Su creatividad genera sobre la paleta las más difíciles combinaciones de color, obteniendo como resultado un abanico de tonalidades que a lo largo de tantos años se distribuyen sobre flores, frutos y personajes con gran intensidad. Los cuadros de Gerardo Romano dejaron por un momento la tranquilidad de su casa-taller en Belgrano y salieron a la calle; por esas cosas del destino, hoy colman de color y sentimiento uno de los espacios importantes de la City porteña. Hasta el 29 de junio en Galería de Arte del Banco Nación, Rivadavia 325. |