Las pinturas que expone Marí­a Carolina Porral en la Galerí­a Holz parten de un renunciamiento inicial: el impacto cromático. Sus pacientes imágenes en blanco y negro, apenas atravesadas por un cromatismo sutil y muchas veces oculto, llaman la atención ante todo por la perfección fotográfica con que la artista transporta sus referentes a la tela.
Las imágenes suelen proceder de fotografí­as, pero éstas no son un instrumento de ayuda al trabajo pictórico sino la huella de objetos y personajes que a la artista le interesa rescatar.
Porral recurre con frecuencia a fotografí­as antiguas. En ellas, aí­sla los elementos de su interés, que luego reproduce con una técnica impecable. Hay un placer muy especial en esta indeterminación entre lo pictórico y lo fotográfico, que se complementa en los temas representados, retratos y "naturalezas muertas" que insisten en borrar los lí­mites entre uno y otro medio.
La preeminencia del negro genera un entorno opresivo del que las figuras emergen con luz propia. El recurso concentra todas las fuerzas en el tema, intensifica la mirada e invita decididamente a la contemplación.

Cerró el 8 de junio en Galerí­a Holz, Arroyo 862.