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Las obras de María Simón en la Galería Vermeer nos traen a la memoria una dura realidad social y, al mismo tiempo, sueños de libertad. La importante cantidad de piezas exhibidas nos permite percibir a una artista que desde temprana época disfruta con lo que hace. |
Las obras de María Simón en la Galería Vermeer nos traen a la memoria una dura realidad social y, al mismo tiempo, sueños de libertad. La importante cantidad de piezas exhibidas nos permite percibir a una artista que desde temprana época disfruta con lo que hace. Desde 1961 viene experimentando y perfeccionando un lenguaje escultórico que ella misma define lisa y llanamente como "formas en el espacio y nada más". Ya en sus comienzos mostraba una visión pionera y contemporánea. Como una maga del objeto, encerraba mostacillas y virutas en cajas de plomo. De allí en más, sintió la necesidad de abrir las cajas para soltar y dar aire al encierro. Bronce, hierro, resina y aluminio se comprimen, se extienden o se elevan buscando la mejor exaltación de la forma. Pero para quien contempla, mira y vuelve a contemplar, se produce una empatía con las obras en las que se pueden proyectar ideas y emparentamientos con la vida cotidiana. Las cajas pueden estar abiertas o semicerradas y acomodarse para remontar vuelo y convertirse en pájaro o también como las cajas chinas, unas dentro de otras, son formas plásticas superpuestas que albergan la libertad de su apertura. Podríamos relacionarlas como metáforas de elementos funcionales para uso del hombre y sus circunstancias y también como una manera de representar simbólicamente el trabajo cartonero. Hasta el 13 de mayo en Vermeer, Suipacha 1168. |