Los excelentes resultados que ha tenido la Feria Maco México Arte Contemporáneo en su tercera edición, dan a entender que la euforia que vive el mercado artístico internacional también llegó a México. Las cifras así lo confirman: con un incremento de visitantes del 18% sobre la edición anterior, entre los que se encuentran un alto número de coleccionistas y compradores mexicanos, ávidos de propuestas emergentes.
Entre el 26 y el 30 de abril se celebró MACO, la feria de arte contemporáneo de la Ciudad de México, una feria que ha logrado consolidarse.
Propiciando no sólo cientos y cientos de visitantes cada día a las propias instalaciones de la feria -en un centro de exposiciones muy cerca del Centro Histórico de la Ciudad- sino provocando a su alrededor un sinnúmero de eventos culturales.
Prácticamente todas las galerías de la Ciudad de México realizaron inauguraciones y dejaron sus puertas abiertas hasta altas horas de la noche, para dar el banderazo de salida a la semana cultural que ahora representa MACO.
Estacionarte, una muestra de arte contemporáneo y conceptual organizada en ocho grandes cajas de camiones de carga aparcados en un estacionamiento enfrente de la sede de MACO, confirmó la consolidación de la propia feria como evento cultural de referencia.
MACO contó con la presencia habitual de algunos galeristas establecidos de la Ciudad de México y de la Ciudad de Monterrey, a la vez que vio regresar a buena parte de las galerías y publicaciones extranjeras que han participado en la feria con anterioridad. En el área del más arriesgado y propositivo arte conceptual encontramos a la galería Kilchman Martín, resultado de la sociedad entre el galerista suizo Peter Kilchman y la mexicana Patricia Martín, anterior curadora de la famosa Colección Jumex, que presentó obra de la artista mexicana Teresa Margolles; fotografías de gran formato de salas de cine antes de su derrumbe, acompañadas de notas de suicidas recopiladas por la artista. En esta visión necrófila del arte, un número de cajas de acrílico y sábanas utilizadas en la manipulación de cadáveres por parte del servicio forense, formaban también parte de la exposición. Otro de los líderes en el mercado del contemporáneo, la galería mexicana Kurimanzutto, presentó un sobrio stand en obras en blanco y negro de diferentes artistas. Gabriel Orozco, una de las estrellas en la escena del arte conceptual a nivel internacional, estuvo presente en el stand de Kurimanzutto con cuatro obras. Dos dibujos en papel, una pieza escultórica de pequeño tamaño y una pintura en gran formato. Demían Ortega presentó en este mismo stand una serie de dibujos en tinta.
Un piso más abajo, un relajado Enrique Guerrero comentaba en el stand de la galería que lleva su nombre: "el objetivo de la feria es que la gente en México compre y forme colecciones". Guerrero, al igual que algunos otras galeristas en México realiza cerca de diez ferias de arte a nivel internacional, de manera que ve en MACO la oportunidad para que el coleccionismo en México tome nuevas alturas. "De nada me sirve a mí que me compre un cliente español mío aquí en México, a ellos les vendo en ARCO. Lo importante es que más mexicanos comiencen a comprar más". Otra galería mexicana de presencia internacional Ramis Barquet (la única mexicana con dos espacios en Nueva York, además de su galería original en la ciudad de Monterrey, al norte de México) estuvo presente con un gran stand. Como remate de su espacio en la feria colgaba una pieza de la serie El Síndrome de Estocolmo del pintor mexicano Víctor Rodríguez, radicado en Nueva York desde hace años. Rodríguez es sin duda uno de los pintores realistas más destacados de su generación. Otro pintor de impresionante factura, Daniel Lezama estuvo presente en MACO a través de la galería Drexel, también de Monterrey. Con escenas fantásticas que recogen el imaginario mexicano, Lezama presentó este año una pieza de gran formato, pero tuvo una presencia más modesta que el año pasado. También de Monterrey, la Galería Emma Molina tuvo una destacada presencia, mostrando propuestas jóvenes en fotografía como Kenia Narez, a la vez que llevó obra del estupendo pintor abstracto mexicano Ricardo Mazal, y una joya de pieza de Leonora Carrington.
El colombiano Fernando Pradilla volvió este año a MACO con una propuesta casi totalmente contemporánea, acompañado de la directora de la galería Nelly Peñaranda. Dentro del stand las obras de la fotógrafa Ambra Polidori destacaban por sus originales composiciones. Otro colombiano, Mauricio Quintana, al frente de Quinta Galería regresó este año después de haber tenido una de las participaciones más notorias del año pasado. Con una línea centrada en pintura y escultura, Quinta presentó con éxito las obras del joven colombiano Nicolás Uribe, pintor que promete por su excelente factura a sus 30 años de edad. Sin embargo, la mayoría del stand de Quinta estaba dedicado a la obra del español Fernando Txillida, cuyas esculturas destacaban entre la muestra. En conjunto, el stand de Quinta representaba un merecido respiro de la saturada estética contemporánea que galerías de todas las latitudes intentaban promover. Las galerías españolas tuvieron de nuevo una nutrida presencia. Alejandro Sales presentó y vendió bien la obra del abstracto Eduard Arbós, y también presentó un grupo reducido de piezas de estupenda calidad del argentino Estrada. La Caja Negra, por su parte, presentó obra gráfica de Richard Serra y Antoni Tapií¨s. A la vez que la galería de Luis Adelantado presentó a su conjunto habitual de artistas contemporáneos. En ésta, su tercera edición, MACO confirmó su capacidad de convocatoria de galerías mexicanas y extranjeras y de un nutrido número de visitantes. Una pregunta sigue en el aire sin embargo, a medida que la feria se consolida: ¿qué carácter tomará MACO dentro del ciclo internacional de las ferias de arte? ¿Será MACO una feria dedicada al arte latinoamericano? ¿Se trata de una feria internacional para los coleccionistas en México?
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