La Fundación Osde acaba de inaugurar Imago, Espacio de Arte, en plena City porteña. Son casi 3.000 metros cuadrados de exposición distribuidos en dos majestuosos pisos de lo que fuera la tradicional mueblería Maple. Cuenta con un auditorio totalmente equipado dónde están previstos encuentros con los artistas y los curadores de las mismas. De esta manera Fundación Osde consolida un ambicioso proyecto de promoción y difusión del arte local y regional iniciado en 2004 con su prestigioso Premio Argentino a las Artes Visuales.
Ciento sesenta y cinco obras entre pinturas, esculturas, grabados, dibujos y textos pertenecientes a veintinueve artistas componen la muestra "Cuerpo y Materia. Arte Argentino entre 1975-1985" que se exhibe en Imago, espacio de arte perteneciente a la Fundación Osde. Su curadora, María Teresa Constantin, señala que la intención es contribuir a una revisión de la historia del período que va del golpe militar hasta la recuperación democrática y analizar de qué manera reaccionó el campo artístico en los años signados por la represión.
En esta mirada sobre la época, la selección no puede ser exhaustiva ni tampoco rige un criterio cronológico, pero las cinco obras de cada artista permiten una comprensión acerca de las tendencias latentes, el desarrollo personal, la necesidad de refugiarse en la pintura, también en el taller, donde se debatía a puertas cerradas además de concebir ciertas estrategias para sobrellevar años tan sombríos no sólo de parte de los que se quedaron en el país sino de aquellos que tuvieron que partir. No es de extrañar, entonces, que muchas de las obras expuestas, quizás por autocensura, nunca salieran de los talleres o fueran expuestas una sola vez.
El significativo título alude al cuerpo humano "en presencia y ausencia de las obras" pero también a la corporeidad de la materia, es decir, los medios por los que expresaron explícita o veladamente sus temores, aspiraciones, preocupaciones y esperanzas. Norberto Gómez, Alberto Heredia, Juan Carlos Distéfano, Carlos Alonso, usaron el cuerpo como centro de una obra perturbadora, apocalíptica, el martirio como eje, la mirada-homenaje a los artistas del pasado, provocan aún un verdadero escozor por su intenso contenido.
Las imágenes de otros artistas consagrados y comprometidos como Gorriarena, que se quedó en el país, mostraron lo que estaba sucediendo: los representantes del poder, la censura. Noé hablaba de la Conquista y la Naturaleza de América; Deira se refugiaba en el arte del pasado, con un "Cristo" con claras referencias al de Grünewald.
Es importante, para las generaciones actuales, conocer obras de ese período de artistas de culto como Pablo Suárez y Juan Pablo Renzi que los muestran en un retorno al oficio con homenajes a la pintura argentina encarnada en Lacámera, Molina Campos y Schiavoni.
Marcia Schwartz vuelca en el cuerpo humano su actitud transgresora; Alicia Carletti lo muestra expuesto a una amenaza latente; Diana Dowek explicita la brutal represión; Jorge Alvaro nos hace creer que todo es "normal"; Eckell, Médici, Pirozzi, Pierri parecen desbordarse del soporte mientras que Eguía se repliega en pequeños formatos de ominosos nocturnos.
El cuerpo en Smoje es recuperado a su regreso en 1981, "me sirve para documentar mi compromiso como artista". En 1983 Julio Florez realiza acciones que corporizan en siluetas sobre papel el vacío dejado por la ausencia del cuerpo de los desaparecidos. Carlos Filomía, un pionero en el arte de acción, salió a la calle, pegó afiches con ojos y bocas, ojos vigilantes, bocas silenciadas. De León Ferrari se exhiben seis originales de la serie "Hombres" en letraset, diminutos seres a la deriva que se pierden en el plano realizados en Brasil en los 80. Consideramos que es una muestra imperdible no sólo por la intención ya mencionada sino por lo que conlleva como hecho estético, el nivel de los artistas y la trascendencia en el tiempo de las obras elegidas. Hasta el 9 de junio en Imago, Espacio de Arte, Suipacha 568/664.
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