Un muy sugestivo conjunto de fotoperformances presenta la fotógrafa mexicana -radicada hace un tiempo en Buenos Aires- en Tono rojo, la acogedora boutique de vinos y restaurante, que combina los placeres de la gastronomí­a con un muy cuidado espacio dedicado al arte, curado por el crí­tico Julio Sánchez.

La artista, de considerable y ascendente trayectoria internacional, ha realizado durante estos dos últimos años una serie que titula Re-invento, en la que continúa temas y procedimientos empleados en conjuntos anteriores. Sobre su figura desnuda se inscriben, por medio de superpuestas transparencias, imágenes provenientes de antiguas ilustraciones, en este caso de códices precolombinos o de tratados cientí­ficos. Los gestos de las manos que replican las mudras hindúes, agregan el complemento ritual y mí­stico de la danza sagrada, reuniendo lo individual subjetivo, con las distintas formas de conocer, comprender y hacernos uno con el universo. Las diferentes capas de acetatos, en que el total de cada imagen se estratifica, aparecen como un método de análisis, que busca ir desmontando las diferentes instancias que nos constituyen como humanidad y que nos identifican como individuos. Creencias, conocimientos y pulsiones, en un único teatro de experimentación: el cuerpo.

Hasta el 27 de mayo en Tono rojo, Schiaffino 2183.