News Argentina

miércoles 16 de julio, 2008
MARCELO BONEVARDI
por Hugo Petruschansky
MARCELO BONEVARDI
 

Con la muestra "Bonevardi, primera etapa. Obras tempranas 1948 -1959" y la posterior realización de un libro, la Fundación Alon inicia una serie de investigaciones sobre artistas argentinos que han merecido la calificación de maestros, y que por alguna razón, de mercado u olvido, su vida y su obra pasan desapercibidas para la generación joven.

Con la muestra "Bonevardi, primera etapa. Obras tempranas 1948 -1959" y la posterior realización de un libro, la Fundación Alon inicia una serie de investigaciones sobre artistas argentinos que han merecido la calificación de maestros, y que por alguna razón, de mercado u olvido, su vida y su obra pasan desapercibidas para la generación joven.

Este es el inicio de la presentación que la Fundación Alon dirigida por el activo Ingeniero Jacobo Fiterman hace de una muestra fundamental para el rescate de algunos segmentos olvidados o subvaluados de nuestros artistas e historia.
Apoyado por un equipo de trabajo que incluye al hijo del artista, académicos y curadores de prestigio, la muestra centra su interés en la producción de obras poco difundidas del artista antes de su primer viaje a los Estados Unidos en 1958.
Marcelo Bonevardi nació en 1929 en el barrio de Flores, a los seis años se trasladó a Córdoba donde se formó plásticamente, expuso y ganó premios, hasta que su vida cambió radicalmente al recibir la beca Guggenheim: fue a los Estados Unidos, donde se radicó, desarrollando una exitosa carrera pero sin perder los ví­nculos profundos con nuestro medio; en los últimos tres años de su vida volvió a su Córdoba entrañable donde murió en 1994.
En esta muestra se presentan óleos con paisajes de los pueblos del norte argentino con una gran influencia de la pintura metafí­sica italiana representada por Giorgio de Chirico y Carlo Carrá, algunas de cuyas obras ve y estudia en su viaje a Italia a principios de los 50, sin olvidar el espí­ritu de vanguardia realista y naturalista que rondaba en esa época por los museos Caraffa y Genaro Pérez de Córdoba, de los cuales era activo participante.
Mucho se ha escrito y exhibido sobre la producción de Bonevardi luego de los años 60 y poco sabemos de la etapa anterior. La historia del arte se ha encargado de callar mucha de la producción que recordaba el llamado al orden, la metafí­sica o a los valores plásticos de la cultura italiana, a los que unos le otorgaban mucho olor a la academia digna de olvidar y otros levantaban banderas polí­ticas acercándolas a ideologí­as totalitarias.
Lo cierto es que la historia del arte a veces hace justicia al poner en claro hoy el valor de producciones con una legilibilidad poco afortunada o seria que se le han hecho en el pasado. Estas muestras sirven para esto, para poner en claro, en una nueva perspectiva histórica o meramente para que sea válida una nueva luz sobre valores ignorados.
Damián Bayón en un prólogo nos dice que Bonevardi no opera en la realidad si no en el mundo de las ideas. El lúcido ensayo de John Stringer nos presenta a un artista que comparte con Borges sus búsquedas metafí­sicas que siempre conducen a la estética. Por otro lado, Jorge Romero Brest nos dice que es un artista que no cambia de rumbo según sople el viento y que los Estados Unidos le sirvió porque "halló el clima de libertad para madurar lo que sin duda comenzó a preocuparlo en su Córdoba natal (sic)." Estas tres citas son ya suficientes y justifican la investigación.
En esta exposición se muestran obras con "un neto alejamiento del referente figurativo, una intención de rebatir los planos, indicar el espacio por superposiciones en un juego de bambalinas e introducir una geometrización que enfatiza el carácter autónomo del problema plástico abordado."
Estando en Nueva York, en 1965 Marcelo Bonevardi escribió: "Si mis sueños tuvieran la obsesiva persistencia del tiempo, si en meditación llegara a contemplar el misterio de mi propio esqueleto y ascender por el Arco-Iris hasta encontrar el Gran Silencio y luego en mi barca arriesgara aventurarme por los laberintos de una geografí­a mí­stica, tal vez un dí­a podrí­a construir aquel objeto-que una vez vislumbré en una cajita de madera con un escarabajo muerto".
Marcelo Bonevardi nació en 1929 en el barrio de Flores, a los seis años se trasladó a Córdoba donde se formó plásticamente, expuso y ganó premios, hasta que su vida cambió radicalmente al recibir la beca Guggenheim.

Hasta el 30 de junio en Fundación Alon, Viamonte 1465.

 

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