Su arte es el de comunicar y, para lograr ese objetivo, el brasileño Eduardo Kac trabaja con infinidad de materiales, como el dibujo en acuarela, la fotografía o la escultura. Pero lo que lo llevó a sus propuestas más provocadoras fue utilizar a la ciencia y a la tecnología como protagonistas en la composición de cada trabajo. Si para abrir el debate y reflexionar sobre el futuro de la humanidad y la condición humana creyó necesario ponerse un chip en la rodilla o volver fluorescente a un conejo, Kac no dudó en hacerlo.
¿Debate entre ciencia y arte? ¿Si para la sociedad científica sus trabajos no responden a verdaderos inventos? ¿Si el ambiente artístico no supo inicialmente cómo ubicarlo o a qué atribuir este despliegue tecnológico? Ni lo uno ni lo otro: Kac, como todo artista, utiliza su pincel desde los '80 para hablar de lo que quiere, sólo que el suyo es tecnológico. Hacia los '90 propuso conceptos como el de arte transgénico, el bio art y la holo poesía. Considera a Orson Welles, Duchamp, Picasso, Kandinsky y, por supuesto, a sus "padres electrónicos" Mohology-Nagy como los artistas más trascendentes del siglo XX. Porque modificaron comunicacionalmente las posibilidades en la relación de la cultura y la tecnología.
Sus obras emblemas se exhiben en el Espacio Telefónica. La planta baja recibe la segunda edición de Génesis (1999), una instalación transgénica interactiva en red. O sea: Kac creó un gen de ADN sintético al traducir una frase de la Biblia al código morse. Este gen del Génesis incorpora bacterias que cambian a medida que se activa una luz ultravioleta a través del click de los cibernautas desde cualquier lugar del mundo. En el primer piso se despliega Rabit Remix integrado por fotografías y dibujos que muestran el efecto ético, filosófico y artístico reproducido en los medios cuando apareció Alba, la coneja verde fluorescente que el artista creó en Francia en febrero del 2000. Lo hizo a partir del arte transgénico, una forma de arte basado en el uso de la ingeniería genética que transfiere genes naturales o sintéticos a un organismo y crea seres vivo únicos. La coneja se volvía verde al estar expuesta a luz azul. Una sala a oscuras con una planta en un pedestal con tierra recibe a la obra Teleporting an unknow space, donde se desarrolla el concepto de la telepresencia que permite a un usuario remoto estar físicamente activo desde un lugar lejano. La obra recibe luz vía internet que le producirá la fotosíntesis para crecer. En distintos lugares del mundo hay cámaras que reproducen la luz que refleja el paisaje que filman y la reenvía al espacio expositivo sobre la planta verde. Cuando alguien activa la cámara (desde la sala o desde fuera) si selecciona a la Antártida la luz se volverá más gris; con la de París se iluminarán más las hojas, y la de Tokio reflejará la luz de las luces nocturnas (variará según la hora de la experiencia). Finalmente se exhibe Move 36, en su tercera edición. Es una instalación transgénica que alude a la jugada de ajedrez que triunfó contra Kasparov realizada por la computadora Deep Blue. La instalación incluye una planta creada a partir de un gen que se hizo al traducir al código informático universal la frase Pienso, luego, existo de Descartes. Una exposición que propone y provoca mundos más allá de los imaginados. Hasta el 28 de mayo en Espacio Fundación Telefónica, Arenales 1540.
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