Vivió en Madrid durante su adolescencia donde estudió historia del arte y, con sus padres y una tía, realizó verdaderos viajes de estudios que hoy repite con sus nietos. Para Zulema Maza es muy importante trasmitir el conocimiento.

Siempre sintió que el arte era el lenguaje que expresa su sentir.

Estudió publicidad y nos contó sus inicios en los que trabajó con Manuel Antín. Era la responsable de toda la producción de las películas y con él aprendió el arte de editar y la mirada que hoy se evidencia en sus fotografías y sus videos.

Finalmente se decidió por la historia del arte. Estudió en la Manuel Belgrano, con a Duilio Pierri, Hernán Dompé, Jorge Pietra, Roberto Elía como compañeros. “Eramos bastante revoltosos”. Se perfeccionó en grabado con Julio Muñeza, Víctos Rebuffo, y Alfredo de Vicenzo con quien aprendió todas las técnicas de impresión experimentales que aplicó en el grabado cuando fue parte del Grupo de los Seis.

Sus procesos duran, aproximadamente 10 años. Del grabado pasó a las instalaciones. Convocada por Jorge Glusberg presentó en el 1994 “Pescadores” en el Mamba. Una instalación de cuarenta pescados realizados en resina enfrentados a siete televisores con las pantallas hacia arriba en las que se proyectaba y se escuchaba, un mar embravecido.  

En todas sus etapas, la obra de Zulema va en busca de ciertas profundidades, es una gran estudiosa de las religiones comparadas Para ella el arte es una búsqueda de la mejor versión de uno mismo. “El arte es conocimiento. En tu interior está la sabiduría”

Hablamos también de “El presente está solo” su última muestra individual, en el Pabellón de las Artes de la Uca. Una muestra casi anticipatoria que habla de la angustia de una sociedad sumergida en la incomunicación y la incertidumbre. La obra central, una impactante instalación, un mar formado por etiquetas de una medicación que tienen en su composición efedrina una sustancia que ayuda en la depresión.

En la obra de Zulema Maza todo parece girar entorno a lo femenino, a lo social y a lo político. La naturaleza también está presente. Es bueno contemplarla pues induce a escuchar las voces de nuestro interior; dejarnos invadir por ellas para permitir que su energía nos transforme y así ponernos en contacto con nuestra verdadera esencia. Una experiencia que nos permite alejarnos, por un rato, de nuestra voraz contemporaneidad para sumergirnos en nuestro propio universo espiritual. Zulema nos invita a mirar el mundo con los ojos del alma.

Aquí una entrevista para disfrutar: