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Contundente. Como sí o no; como blanco o negro; como culpable o inocente. Así entendemos el veredicto en nuestro inconciente colectivo; así lo concibe y lo representa Jorge Canale en la muestra que exhibe en el Centro Cultural Recoleta.
Contundente. Como sí o no; como blanco o negro; como culpable o inocente. Así entendemos el veredicto en nuestro inconciente colectivo; así lo concibe y lo representa Jorge Canale en la muestra que exhibe en el Centro Cultural Recoleta. Es "la ultranza sísmica de un límite que podríamos llamar moral", como afirma Renato Rita en el catálogo de la muestra.
El veredicto es simple e indiscutible. Con la simpleza de una forma: el círculo que representa el universo y la fuerza inobjetable de una palabra y, con más razón, si esa palabra es la voz de la justicia. La justicia como mecanismo creado por el hombre, donde hay un juez, un fiscal, un defensor y un jurado para determinar la culpabilidad o no de un acusado. Una justicia muy difícil de ejercer -como sostenía su padre, juez- ya que el único que conoce la verdad es el propio acusado y, en definitiva, el último juez es uno mismo.
Arquitecto, diseñador gráfico y, esencialmente, un conceptualista amante de las formas puras, Canale con pocos elementos y con un leguaje contundente, le da forma a su idea que se nos revela e impacta en lo profundo de nuestras conciencias. A partir de once autorretratos, realizados en grafito a la manera clásica sobre superficie de colores planos y variados que hablan de un lenguaje pop
y contemporáneo, el artista nos invita a la reflexión. Una silla caída y una piedra señalan al culpable: el hijo. Frente a una jaula vacía, el juez -el
padre- dialoga con la muerte, la enfrenta y la acusa sugiriendo la pérdida de la libertad. La justicia no tiene cabeza y el jurado, el fiscal y el
defensor están cabeza para abajo y todos juntos conforman este intrincado engranaje que es la justicia. Una justicia, cultural, social y personal y
que muchas veces, percibimos ausente.
Jorge Canale es un artista que pone la técnica al servicio de la idea. Una idea en fuga que, en el proceso de realización, se nutre del inconciente del
propio autor. Y, cuando ella se revela y por sí misma es capaz de producir emoción, se convierte en obra.
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Hasta el 13 de diciembre
Sala 12 del Centro Cultural Recoleta, Junín 1930