Fernanda Toccalino pinta una sucesión de pequeñas maderas y a modo de instalación (re)presenta una serie de elementos proponiéndose una particular manera de ver, valorar y conquistar el placer del recuerdo. Desde ese otro tiempo, en que podemos imaginar cierta inocencia, la artista construye un relato simple y pleno de afectos, en que la evocación nos reconcilia con un inquietante pasado signado por la ternura.

Hugo Justiniano presenta una serie de obras en las que aborda una suerte de repaso por el retrato al estilo del siglo pasado. Esa evocación está cargada de nostalgia por la figura femenina clásica establecida a través de cánones de belleza planteados, en este caso, en un contexto estético resuelto con acertada e inquietante precisión formal y conceptual. En esta ocasión, empapela una pared con pequeñas hojas de su prolífica producción.

Mati Obregón se esmera en atractivos y laboriosos bordados alegóricos a la Virgen de Itatí, santidad que la bendice en su nombre y que desde hace años se ha convertido en guardiana de sus pasos. A modo de ofrenda, la artista dibuja con hilos una serie de agraciadas imágenes a las que siempre agrega una súplica personal creando un territorio de oración y fervor sobre telas cortadas azarosamente e incluso en algunas prendas dignas de adoración.

“Tiempo y conjuros”, el encanto de una oración visual que celebra el valor de lo cotidiano.