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Cada vez que le pregunto a un fan de Andy Warhol porqué le gusta tanto, casi inevitablemente me contesta con una que otra anécdota de su vida, alguna boutade (humorada), o una cita snob de sus diarios personales. Casi nunca, por no decir directamente nunca, sus seguidores me hablaron de su obra. El hombre es más fuerte que su obra. ¿Porqué causa tanta fascinación este tímido alfeñique con problemas de piel y con una pelada cubierta por una peluca plateada? La respuesta es esquiva y podría no tener respuesta nunca.
En el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires se expone la obra del más norteamericano de todos, aunque todos sepamos que el gentilicio correcto es estadounidense y que “americano” es una apropiación incorrecta de aquel pueblo. Para exasperarlo todo, la muestra se llama “Andy Warhol, Mr America”. ¿En qué consiste? Las estadísticas dicen que hay 26 pinturas, 58 grabados, 39 fotografías y 2 instalaciones (Silver Clouds y Cow Wallpaper), además de 44 películas -que se exhiben en sala y en el auditorio-, la mayor parte corresponde al período 1961- 1968. Están los must: retratos de Marilyn, Jackie Kennedy y Mao; las Sopas Campbell, los menos conocidos autorretratos travestido; y los films Empire, Blow Job, Outer and Inner Space, más una selección de sus “Screen Tests” -3 rollos con 10 retratos cada uno- producidos en su estudio The Factory. La muestra fue curada por el joven Philip Larratt-Smith (Toronto, Canadá, 1979), que elaboró los lineamientos conceptuales eligiendo obras del Museo Andy Warhol de Pittsburg.
La gente del MALBA recordará por mucho tiempo el primaveral 22 de octubre, día de apertura de la muestra, según sus propios cálculos, unas 6.000 personas hicieron más de 400 metros de cola para poder ingresar. Adentro el show lo hacían los fans, mucho chico con pantalón chupín, tiradores, sombrerito y remera básica con escote en “V” que se sacaba foto junto a la lata de sopa y que seguramente subiría a su facebook tan rápido como fuera posible. Los conocedores se sorprendían de tanto tumulto, una elegante coleccionista francesa espetó: “pero, ¿acá la gente nunca vio un Warhol?” y una artista local, autodenominada pop-aborigen, rehusó ir porque ya había visto todo y mucho mejor. Lo que más me atrae de Warhol es el “lado B”; de su vida, el hecho de ser católico practicante de misas diarias y sus múltiples obras de beneficencia de perfil tan bajo que nadie recuerda; de su obra, todas aquellas que amalgaman la temática de la muerte: las sillas eléctricas, los accidentes de auto y hasta Jackie Bouvoir, no como primera dama de la potencia más potente de la tierra, sino como la viuda reciente y desorientada de John F. Kennedy. También son sorprendentes sus autorretratos travestido, que –según los teóricos- es un homenaje a Rose Selavy, el alter ego femenino de Marcel Duchamp fotografiada por Man Ray- pero que suena más a juego de autoerotismo en la intimidad de un gay introvertido que prefiere la anónima polaroid porque no pasa por las miradas de los empleados del laboratorio fotográfico.
Name-dropping es la poco elegante técnica de conversación que se usa para citar famosos supuestamente allegados para elevar el estatus social de la persona, la vida de Warhol fue un continuo name-dropping, nació pobre y murió rico y famoso. Usó las técnicas más impersonales, la fotografía y el grabado serigráfico, como un intento de “desaparición del autor” y paradójicamente logró elevar su persona a los niveles de reconocimiento más elevados.
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Hasta el 22 de febrero de 2010
MALBA, Av. Figueroa Alcorta 3415