El curador de la muestra, Raúl Santana, ha elegido obras de los últimos años que en su mayoría no habían sido expuestas y que ahora reunidas en la Sala Cronopios pueden definirse una vez más como la pasión hecha pintura.

Su pintura siempre avanza, parece salirse de los límites del cuadro, acaso, ¿agrede al espectador? Lo que aún hace, es sacudir del letargo, de mucha pintura que oscila entre lo intelectual y lo banal.

Esa pasión volcada en obras de gran tamaño no da tregua para la mirada, no hay resquicios, todo está allí, servido en bandeja para un banquete opulento.

Su visión de la figura, el grotesco, una exposición descarnada del cuerpo y una exposición descarnada, crítica, de la realidad, es un testimonio violento, conflictivo, sarcástico.

Pero como señalamos en diciembre de 2006 en ocasión de una muestra individual, se vislumbraba entonces, una visión más tierna del ser humano y quizás como secuencia de una obra que mostró en 1999, “Persona del siglo que se va”, una máscara melancólica en un paisaje invernal con luna llena.

En ese momento, no sin emoción, nos preguntamos si Gorriarena se había acallado. Era, sin duda, una etapa más feliz, se dejaba llevar por cierta melancolía, por la sabiduría de aquél que mucho había vivido, por una actitud más introspectiva, menos cáustica.
Dan cuenta de ello “El riesgoso camino hacia la nada” (2006), obra conmovedora, un hombre de espaldas que va hacia un bosque impenetrable, ¿quizás una premonición?... “En algún lugar siempre amanece”, una bucólica escena frente al río, “El pintor y su sombra”, “La niebla detrás del río y los árboles”.

Al salir de la muestra llevamos en la retina ese brutal espectro cromático que golpea, la tensión de una figuración desbordante, de gran crudeza, la expresiva y audaz imagen sin concesiones y el recuerdo de un gran artista.

........................................................................................................
Más info
Hasta el 23 de agosto en el Centro Cultural Recoleta,
Junín 1930