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En su trilogía “Esferas”, el filósofo alemán Peter Sloterdijk plantea una caracterización de los espacios en donde los sujetos han desplegado su existencia.
Desde la contención en el esférico útero materno y el posterior shock que implica la salida al mundo, pasando por estadios de la historia del hombre en donde la conformación de una “bóveda celeste” era garantía de protección divina. Rota esta esfera protectora, los sujetos se encuentran expuestos a la intemperie, al frío y a la orfandad de la deriva, de allí que la experiencia moderna esté fundada en el despliegue de “un mundo artificial civilizador, […] de un invernadero universal que les garantice un habitáculo para la nueva forma de vida al descubierto”.
Si hemos traído a Sloterdijk para tentar una posible lectura sobre la muestra “Caminata Lunar” de Fabiana Barreda, no es mero capricho.
La muestra, que reúne dos series, “Arquitectura del Deseo” y “Arquitectura Cósmica”, se compone de un total de veintiún foto-performances, siete objetos en los cuales predomina una interesante combinación del acrílico con la luz de leds. Cinco videoinstalaciones completan la exhibición.
“Mi hogar son las líneas de mi mano”, puede leerse escrito en la palma de una mano, en una de las fotoperformances. Allí el cuerpo desnudo, a la intemperie, es el motivo portador y conformador de la noción de hogar y de deseo. La unión de la bipolaridad afuera y adentro, puede transportarse a la necesaria comunión entre hombre y naturaleza, entre cuerpo y casa. En una de las primeras puede verse una mano sosteniendo un huevo, esto es, la esfera originaria, ese microespacio caracterizado por la protección. En tal sentido, la búsqueda de dicho espacio se despliega como indagación de la síntesis entre la exterioridad y lo interno.
Hay presencia de rasgos de religiosidad, entre ellos, se conjugan elementos del budismo, de la cristiandad así como simbología zodiacal, otorgando a las producciones una dimensión mística, en especial en las videoinstalaciones y en los objetos. También un uso intensivo de dos formas geométrico-simbólicas: el círculo (perfección, lo celeste) y el cuadrado (lo terrestre).
La luz, materializada de diversas maneras (backlights, proyecciones, leds) es un recurso formal-simbólico recurrente así como también la presencia del agua. Esta última se constituye como fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración, en tanto que la primera, está ligada a una fuente divina.
Cuerpo y cosmos, su unidad es el tema de una de las videoinstalaciones que se corporizan a partir de una rigurosa síntesis formal. La otra videoinstalación, enfrentada espacialmente a la anterior, introduce en su temática la articulación entre el presente con “El nacimiento de Venus” de Boticelli, o mejor dicho de la pervivencia de la figura de la ninfa atravesando la antigüedad para llegar a nuestros días.
Por último, la muestra también estimula la escucha: una musicalidad mántrica, casi suspendida, en un eterno retornar, ubica al espectador en una sonoridad en perfecta consonancia con lo visual.
En una de sus incursiones a través del pensamiento de Baruch de Spinoza (Siglo XVII), Gilles Deleuze trae el concepto de tercer cuerpo. El cuerpo del otro y el mío forman un tercer cuerpo, que lo precede como causa de conformación una pasión y cuya resultante es un afecto activo. Algo de esto puede respirarse en la muestra de Barreda.
Quizás pueda verse en “Caminata lunar” un intento, a través del arte, de recuperar ese espacio íntimo, de esa esfera cálida que se construye con el otro, y que desplaza, aunque sea por unos intensos instantes, a la artificialidad tecnológica y a la fría intemperie moderna.
Info
Cerró en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930