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La experiencia de compartir "Entrelíneas", la exposición de Heriberto Zorrilla, en Galería de la Recoleta no puede dejar ausente a su producción teórica y plástica en conjunto, para ubicar la reciente serie de pinturas. "Entrelíneas" apuesta nuevamente a ese secreto poder de la forma y desafía a una lectura más suspicaz. La pintura se ha convertido en un medio difícil y audaz, ya que su presencia en el panorama de la plástica contemporánea es punto de confrontaciones. Y he aquí la importancia de sus planteos y propuestas, ya que Zorrilla, apasionado defensor hace jugar dialécticamente un discurso que atrapa la levedad de lo espacial y un discurso de la línea como enredo de la forma, como escritura críptica donde los silencios obran en la interlínea.
En cada imagen chocan fecundamente, como acontecimiento de la memoria, como "cristal del tiempo" signos de reminiscencias múltiples. Surge de la intersección de líneas sensibles, de estimulaciones cromáticas que en el choque de los espacios se encuentran con el fulgor de remanentes plásticos, según las provocativas nomenclaturas acuñadas por el artista en los manifiestos del Esencialismo.
Las imágenes que emergen del pincel de Zorrilla son fantasmáticas intuiciones de mundos arcaicos. Su obsesiva minuciosidad escarba en el detalle microscópico y cada cuadro es un hallazgo de una ínfima parcela que pide ser reconocida y que nos mira desde el inacabamiento siempre renovado del tiempo.
Hasta el 3 de junio, en Galería de la Recoleta, Agüero 2502