Con la presentación de su libro en el Museo Nacional de Bellas Artes y, en coincidencia, con una pequeña muestra retrospectiva en la galerí­a ZavaletaLab, la vibrante y colorida obra de Duilio Pierri (Buenos Aires, 1954) vuelve al primer plano. Precisamente, el color -armónico, agrio, cálido, alterno, binario, discordante, franco, frí­o, saturado, puro, tí­mbrico- es el gran protagonista de su obra que, una vez más, celebra y confirma la vitalidad de la pintura.
Mientras que el volumen Duilio Pierri. Obra 1970-2006, de Ediciones Larivií¨re traza un extenso recorrido por toda la obra del artista, con más de un centenar de fotos color y un texto principal y compilación de Alberto Petrina, la muestra de igual nombre curada por Gustavo Vázquez Ocampo ofrece algunas muy bien escogidas piezas que igualmente, brindan un panorama de su tarea de más de treinta y cinco años.
Nacido en el seno de una familia de artistas, Pierri asumió naturalmente un destino que nunca cuestionó. Desde que tiene memoria se dedicó a la pintura e inició una trayectoria jalonada de viajes al exterior y premios. Su notoria pasión por el paisaje y su predilección por el desnudo -ambas apariencias especialmente interpretadas en la muestra- lo acompañaron a través de distintos momentos artí­sticos.
Aunque toda su obra se encuentra atravesada por la centralidad del paisaje -con textura o paleta corta, figurativo o con elementos de la abstracción, marinos o pampeanos, traí­dos de la realidad o imaginarios, sus trabajos incluyen también representaciones de interiores dislocados, situaciones con elementos de la historieta, citas de la literatura y de la memoria de la pintura.

Hasta el 19 de septiembre, en ZabaletaLab, Arroyo 872