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Pocas veces el título estuvo tan bien puesto como en "Muestra Antológica -Obras de Colección", la exposición de obras de Leopoldo Presas que actualmente presenta el Museo de la Universidad de Tres de Febrero. |
"...y como nunca fui capaz de pintar los cuartos traseros de una vaca, le pinté el alma, que era toda roja..."
Pocas veces el título estuvo tan bien puesto como en "Muestra Antológica -Obras de Colección", la exposición de obras de Leopoldo Presas que actualmente presenta el Museo de la Universidad de Tres de Febrero. La impecable selección realizada por el curador Raúl Santana permite mantener la emoción a lo largo de las cincuenta y ocho obras distribuidas en dos plantas. La exhibición se inicia con un cuadro pintado en 1938 a los veintitrés años, obra que no deja dudas sobre su promisorio futuro artístico. "El sueño" es una témpera sobre cartón de apenas veinticuatro centímetros de alto, sin embargo el tamaño no fue obstáculo para captar precozmente un clima y una luz que va a ser distintiva y con personalidad propia en sus futuros trabajos. La obra muestra la no adhesión de Presas al automatismo psíquico, pero sí la atmósfera de reminiscencias metafísicas y oníricas: amplios planos, foco intenso de luz, preponderancia de las sombras, fuga acelerada de largos muros. Aquellos fueron los años de pertenencia al Grupo Orión junto a Orlando Pierri y Luis Barragán, entre otros pintores; el mismo Presas define la corta vida de Orión, como una rebelión de discípulo contra maestro, puesto que en aquel tiempo estudiaba con Spilimbergo quien con su fuerte carácter imponía enérgicamente otra estética. A partir de allí comienza la libertad. La muestra nos presenta un aquelarre de imágenes realizada sobre variados soportes y con diferentes materiales. Hay óleos sobre tela, sobre cartón, sobre hardboard, sobre papel de diario, carbonillas, el cabo de algún pincel improvisando un lápiz y también témpera sobre cartón. El contenido tolerado lo podríamos definir con otra frase de Chesterton, uno de los escritores más admirado por Presas, cuando dijo que "no existe en el mundo un tema que no sea interesante, lo que existen son personas que no lo son". Leopoldo Presas lo ha pintado casi todo: escenas religiosas, naturalezas muertas, flores, retratos, desnudos, puertos, familia, amor, guerras, imágenes todas salidas de una paleta por momentos sombría, otras luminosa, unidas por una mirada subjetiva de la realidad. Incursionó también en temas sociales ironizando sobre el poder y poniendo al cerdo como protagonista mientras que a su alrededor, esbozados con muy pocos trazos, un séquito de pintores y empresarios se arrodillan ante él. Como en otros momentos históricos lo hicieron Goya y Picasso denunciando la injusticia, su pincel fue también un arma contra la guerra de Vietnam. En esas telas una línea nerviosa y fina dibuja un conjunto de hombres como máquinas dispuestas a matar. En otras obras, algunas imágenes ridiculizan a los intelectuales como en "El profesor profesorando" en la que un crítico de arte enérgico y poderoso, de moda en los años sesenta, aparece rodeado de impersonales discípulos. La figura femenina es prolífera temática en la obra de Presas. Desnudas, encarnan un erotismo crudo de desbordante sensualidad. Hasta el 26 de septiembre en MUNTREF, Valentín Gómez 4828/38, (frente a la estación Caseros). |