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En un momento importante de nuestra actual temporada artística tenemos el privilegio de ver obra de Lino Enea Spilimbergo (1896-1964) tanto en "Territorios de Diálogo" (CC Recoleta), comentada en la edición anterior de Arte al Día, como en Imago - Espacio de Arte, perteneciente a la Fundación OSDE.
Breve historia de Emma 1936-1937" es un relato tomado de una crónica policial: Emma Scarpini, de 30 años de edad -autorizada para ejercer la prostitución- se suicidó arrojándose desde el noveno piso de un hotel. Conocida en el bajo fondo por Lola, su cadáver nunca ha sido reclamado. Se halló en su habitación una carta para sus padres que decía: "Siempre fui buena... No soy yo la culpable...". No hay certezas sobre su verdadera existencia, pero en las treinta y cuatro monocopias de un realismo brutal, Spilimbergo relata los avatares de una niña en su hogar, que a los quince años trabaja en un taller de planchado y a los diecisiete es invitada a subir a un auto cuyo destino será un prostíbulo de San Fernando.
Emma, de melena corta con moño, ojos grandes, es un dibujo casi esquemático que se irá transformando, que muestra la angustia, la resignación, la muerte como testigo, el pequeño espacio de una habitación cuyos objetos, cama, jarra, palangana, acompañan su existencia reducida a la esclavitud. En cierta forma, Spilimbergo denuncia esta explotación a través del relato dramático de su vida y de la de sus compañeras. Entre ellas se contemplan, se muestran sin pudor. Sólo una escena la muestra junto a un hombre. En las secuencias posteriores se la ve ya con el rostro ajado, cubriéndoselo, acurrucada, hasta llegar a la monocopia final, un rostro que presagia su fin.
Diana Wechsler, curadora también de esta muestra, señala que el proyecto Emma integra dos aspectos de la figura militante de Spilimbergo: el estético y el político. Esta historia está contada para interpelar a la sociedad burguesa, la que avaló la redacción de leyes que regularizaron y naturalizaron la prostitución. Debe recordarse que cuando se expuso la muestra de este personaje-símbolo en Tucumán, en 1949, sufrió la censura de la Iglesia.
Otra de las series expuestas, "Interlunio", inspirada en el libro de Oliverio Girondo publicado por Editorial Sur en 1937, está formada por once aguafuertes, además de las pruebas de artista y bocetos. Este proyecto en el que ambos intercambiaron ideas, bocetos, la prueba de los papeles, tintas y hasta herramientas, fue no sólo compartido sino personal, ya que Spilimbergo debió ajustarse a las complejas imágenes de un personaje sombrío creado por el poeta. Se exhibe también "El Compadrito y la Cortesana", además de otras obras vinculadas a la caducidad del cuerpo, la vanidad, la infidelidad, el orgullo.
En suma, 104 obras sobre papel que dan cuenta de la capacidad creadora de un maestro que, formado en la severidad renacentista, supo comprender y asimilar las nuevas corrientes tanto cubistas como metafísicas que conformarán una obra de carácter humanista, verdadero referente del arte moderno en la Argentina.
Con muy buen criterio curatorial se exponen obras de nueve artistas que se reconocen como discípulos de Spilimbergo en diferentes épocas: Eolo Pons (1914), Leopoldo Presas (1915), Albino Fernández (1921), Alfredo de Vincenzo (1921-2002), Carlos de la Mota (1924), Miguel Dávila (1926), Susana Soro (1927), Carlos Alonso (1929), Eduardo Audivert (1931-1998) que en su gran mayoría concurrieron al Instituto de Artes Gráficas en Buenos Aires y al taller de Pintura del Instituto Superior de Artes de la Universidad de Tucumán, por él creado en 1948. De acuerdo a los testimonios de los artistas, además de admirarlo señalan que "ser alumno de Spilimbergo implicaba comprender, desde la severidad del maestro, la necesidad de aprender la ley, esa gran ley del artista que señala disciplina en la tarea diaria, investigación en las posibilidades de las formas, las técnicas y los temas".
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Hasta el 11 de agosto de 2006 en Imago, espacio de arte de la Fundación OSDE, Suipacha 658.