Nota publicada online
“La floración máxima. Que los pistilos nos fecunden a todos… forever” palabras que resuenan en el audio que el transeunte distraído puede levantar en el código QR cuando se produce el encuentro con esta obra al paso, directa.
Verano entero es una instalación sonora compuesta por esculturas plásticas y cerámicas, cadenas y prismas de acrílico. En un espacio semi público donde al artista le interesa el acercamiento espontáneo y el contacto directo con el espectador. (Audio aquí)
Cuando Milagro Torreblanca invita al artista exhibir en este espacio urbano, hizo que Juan Miceli despertara su acervo interior. Partiendo del interes propio “donde la gente se acerce a la obra sin entrar a un espacio de arte. Un espacio que está entre lo público y privado” y entendiendo que su trabajo deviene desde lo textil y la instalación, desde lo escenográfico hasta sus inicios como fugaz vidrierista: “decidí revisitar una muestra que hice en el Espacio Cultural del Banco Itaú en 2011que también era en una vidriera que se llamo Invocando el verano eterno (…) después de haber hecho esa muestra no me gustaba el título, me sonaba pretensioso. Pensé que había un problema en la palabra eterno y si la modificaba era entero, y fue una excusa para especular acerca de las relaciones lenguaje/obra, lenguaje/imagen, esta posibilidad de la obra como algo inacabado, como algo que uno puede revisitar y plantear cosas nuevas.”
Bajo un día nublado, con pleno sol o en la morbosidad de la noche, un verano entero pregna al caminante. El interminable juego de los opuestos en las caras dobles atravesadas o vomitando cadenas. Una mano que surge y brota, que irrumpe la escena. El verde de la floración exaltado por lo plástico, el verano transformado en un ser corpóreo monstruoso o no, se brinda con los brazos abiertos entero y eterno.
Juan Miceli pareciera que trabaja impulsado por la idea de un eterno retorno entre uno mismo y/con todo lo que nos rodea, logrando condensar en una sola escena lo que lleva y llevamos dentro.