Nota publicada online
María Silvia Corcuera es una artista que relata el mundo que la rodea y conmueve. Su obra es objetual y conceptual, en la que nada está elegido al azar; cada elemento tiene un significado y se ubica siguiendo una geometría que remite a Hlito y Aizemberg. Son objetos comunes, que resignifica y transforma, pero manteniendo viva la memoria de su esencia y allí radica su fuerza expresiva.
Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada.
“Una de las cosas que mas disfruto de este tiempo de cuarentena es el silencio que hay durante el dia. También disfruto sin culpa la perdida de noción del tiempo. Ni la fecha, ni la hora son ahora importantes. Normalmente me vivo equivocando de dias, fechas, horarios; esta cuarentena me ha liberado este peso. ¡Es maravilloso!
En cuanto a la manera de organizar mi trabajo la cuarentena no me cambia mucho porque, en realidad, estoy continuamente en mi casa/taller. Si extraño mucho no ver a mi familia, a mi madre -que es muy mayor- y a mis nietos; ¡eso se hace duro! De la misma manera que no poder juntarnos con amigos. Aunque estemos virtualmente comunicados, no es lo mismo que el contacto humano...
En estos días estoy trabajando en varias obras a la vez. Tanto en dibujos, collages como objetos.
También, en este tiempo de introspección obligada, estoy arreglando obras antiguas que me interesan. Rompo las que no me interesan o noto flojas. Es un interesante ejercicio de autocrítica porque saltan errores y es una excelente oportunidad para rescartar algunas o descartarlas definitivamente y eso, ¡me resulta fascinante!”
María Silvia Corcuera,
Marzo 2020
María Silvia Corcuera
Guardiana de Tesoros
por María Carolina Baulo
Caminar la historia no es algo que todos hagan. Una cosa es transitarla, crearla a cada paso sin mirar atrás y sin conciencia de ello y otra muy distinta es volver sobre los propios pasos para estudiarlos, para reformular interrogantes, para intentar comprender el presente. Maria Silvia Corcuera establece una conexión especular con esa historia que sustenta su hacer artístico: como mujer inquieta y atenta a múltiples estímulos, como artista soñadora que reinventa escenarios captados a partir de imágenes que dejan en ella una impronta impactante, pasando del plano bidimensional al objeto tridimensional y fundamentalmente guiada por la indagación sobre las influencias y condicionamientos interculturales establecidos a través de dichos vínculos.
Su obra muta con la experiencia, los soportes materiales son eclécticos pero lo que se mantiene estoico es el tema a representar, el cual resiste y se vuelve a fundar con cada trabajo. También persiste una dinámica binaria donde se ponen en diálogo los opuestos: esto se ve claramente reflejado en el contraste entre la sólida y contundente apariencia de las piezas pero cuya construcción parte de una materia prima sutil y frágil; pienso por ejemplo en las incontables formas en que Maria Silvia trabaja el papel. Aún los materiales más agresivos, cortantes e hirientes son parte de estructuras que aluden al universo femenino - interés central en toda su producción- culturalmente asociado a cualidades y elementos que den cuenta de lo delicado: textiles, hilos o papeles se ajustan a estos mandatos en contraposición a la distancia que imponen en su manipulación el hierro, el aluminio, clavos, maderas y los materiales de descarte, por nombrar algunos. La cultura construye en el imaginario social patrones de este estilo los cuales, felizmente, ya en el siglo XXI resultan obsoletos. Es allí donde la obra de Maria Silvia hace hincapié, enfatizando esos puntos de quiebre; pensemos solamente en su trabajo "Peinetones, Voluntad de Desmesura” la cual nos habla de los característicos peinetones Rioplatenses del siglo XIX, accesorio femenino por antonomasia pero el cual también delata estatus social. Su presencia divide las aguas, es excluyente, invita a "pertenecer" o no.
Maria Silvia Corcuera ejercita un arte pobre -que no es lo mismo que el arte povera- surgiendo muchas veces de una inesperada combinación de elementos acumulados con cierto grado de compulsión, destinados al olvido, recuperados y atesorados celosamente por la artista cual "guardiana de tesoros", cada uno de ellos a la espera de la oportunidad justa para salir a escena. Gracias a esa dinámica, esos papeles protagonistas mencionados en los peinetones, conviven con los retazos de historia descartada por la contante aceleración propia de la urbanidad. Esa "pobreza" de lo inútil, azar que nos lleva al objet trouvé, en manos de María Silvia se transforma en un renacer donde los materiales reciben un tratamiento privilegiado transformándose en verdaderas piezas de joyería. La pregunta sobre qué es aquello que decretamos valioso, emerge en todo momento y la respuesta es tan vaga como subjetiva.