Nota publicada online
Manuela Rasjido ha encontrado en el arte-moda, que por naturaleza es un medio cambiante, una expresión de lo permanente en nuestra identidad. Desde esas arenas movedizas nos lleva a compartir con ella sus “colores emocionales”, diseños que evocan sembradíos de la naturaleza que la envuelve y suele registrar en un austero espacio formas y colores que nos llevan al refinado patrimonio arqueológico andino.
Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada.
“En estos días ambiguos, intrincados de cuarentena, tengo una percepción nueva de los pequeños gestos y también del tiempo. Siento que no se necesitan grandes discursos o encarar misiones gigantescas; solo un gesto de empatía con el otro y pequeñas acciones cotidianas. Por otro lado me apuro, no quiero perder el tiempo (¿?) y a la vez tengo "todo el tiempo del mundo". Puedo entrar y salir de mi taller las veces que quiero .Extraño a mis seres queridos que están lejos, también los viajes cercanos y no tanto, pero me mantengo conectada con mi familia y amigos en cualquier punto del mundo en que estén.
Terminé un par de kimonos-wari muy elaborados que hacía dos años no podía resolver y ahora retomo con fuerza y entusiasmo el bordado de grandes paños con un tema recurrente para mí estos últimos tiempos: el río de acá, del valle. Como metáfora tal vez. Un río que representa muchos ríos; el paisaje como pretexto de necesidades más profundas.
Salgo a cortar frutas, uvas, granadas,higos; camino alrededor de casa. Hay silencio pero es lo normal para mí. Me doy el lujo de pensar y leer. La palabra inspiración me resulta confusa; lo que descubrí es que me llevo bastante bien conmigo misma. Me preocupa y mucho, lo que pasa en el mundo, el repensar la vida; los que no están bien, los que están muy mal...”
Manuela Rasjido, abril,2020
La moda de por si es un arte efímero, en manos de una artista arraigada a su tierra ,a sus cielos y a su patrimonio estético, la moda pasa a tener otra voz.
Este arte efímero se convierte en manos de Manuela en un medio de comunicación. Desde esas telas, desde esos cortes y desde esos bordados, desde lo aparentemente cancelable, nos hace una declaración de principios de su identidad. Nos expresa: desde aquí les hablo de mi gente y de su historia, desde mis antiguos telares y de lo que se fue sedimentando a lo largo del tiempo. Esta es mi forma de mirar al mundo con ojos propios.
Cultura e identidad son palabras claves en la actualidad. La sociedad planetaria nos impone tratar de conciliarnos en un concierto global.
La literatura etnológica, en su diversidad, lo demuestra con creces. La identidad es producto de incesantes negociaciones. Sabemos por experiencia directa que cambiamos, evolucionamos, a veces nos enriquecemos y, en cualquier caso, nos transformamos mediante el contacto con los demás. De ahí deriva la preocupación, común a todas las culturas del mundo, por diferenciarse sin aislarse de los otros. La vertiginosidad de la moda se convierte en un vehículo ideal puesto que la identidad fosilizada y estereotipada no es propia de la vida.
Ni la vida ni la tradición son estáticas. La moda contemporánea acude a lo étnico porque estimula la atracción y el asombro por la novedad y el deseo de conocer otras culturas, algo que siempre existió.
Las culturas vivas son las que aceptan el cambio y el contacto sin perder sus dones esenciales. Al igual que la lengua, modelo de toda organización simbólica, que cambia cuando se la habla y que muere cuando ya no se la habla (en cierto aspecto, muere porque ya no cambia), la cultura, como los individuos, incorporan cambios o mueren. Las culturas vivas son conjuntos en movimiento sometidas a las tensiones y presiones de la historia. La identidad no es estática. Si lo son alguno de sus rasgos y a ellos acude nuestra artista. La elección de la técnica del barracan nacido hace varias centurias en tierra americana nos hace recordar nuestro mestizaje. La vida cotidiana de los agricultores de maíz de los valles calchaquíes está volcada en los hábiles bordados. Ellos nos hablan del sol y de las mazorcas y nos permiten recordar los colores del incario. Manuela, por medio de sus obras nos ha hecho evidente un patrimonio de identidad en el que confluyeron varios mundos.
Nuestra artista lo sabe y es así que muestra en lenguaje contemporáneo este mundo de textiles de arte que nos acercan a su Valle de Santa María, y nos hace dialogar con quienes trabajan en las alturas de los Andes rodeados por un silencio que añoramos y por una naturaleza que de esta manera nos hace llegar la calidez de la gente que la habita.
Ruth Corcuera
Doctora en Historia. Investigadora Textil
Miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes
Recientemente el Museo Nacional de Bellas Artes presentó “Pensamiento de artista”, un ciclo original de diez entrevistas audiovisuales a grandes artistas que han dejado su huella en la historia visual de nuestro país. Compartimos aquí la de Manuela Rasjido: