Silvia Fajre. ¿Cómo logró la simbiosis entre el diseño moderno y lo tradicional? ¿Fue un proceso o su planteo estético siempre buscó esa mixtura que enriquece sus obras?

Manuela Rasjido. En realidad, fue un proceso en el cual fui encontrándome con mis requerimientos estéticos, intuiciones y convicciones más profundas. Busqué conciliar, de un modo decantado y sutil, la historia y el paisaje de mi lugar, los Valles Calchaquíes, con una estética personal y contemporánea.

SF. ¿Qué significó para Ud. el premio Konex?

MR. Todo en la vida lo hice con mucha pasión. Esta pasión me remonta a un callejón de tierra, a una gran casona rodeada de potreros sembrados, enormes algarrobos, aquí en Santa María, donde nací. Esa vida de pueblo de provincia, en la que había tiempo para contemplar el cielo, las estrellas, las montañas de colores, el río y también tiempo para adentrarse en las culturas del pasado, contribuyeron a mi cosmovisión estética. Siento que el premio Konex significó una valoración a todo ese sentimiento.

SF. ¿Cómo fue su comienzo como diseñadora de indumentaria?

MR. Fueron en los años ‘70, cuando estudiaba Letras en la Universidad de Tucumán. Por ese entonces ya solía hacerme prendas que usaba para ir a la universidad y mis compañeras comenzaron a pedirme que les hiciera algunas para ellas porque les gustaba mucho mi estilo. Sin duda, eso marcó el inicio de mi carrera.

SF. En la metamorfosis de su obra, ¿primero elige la textura y luego el diseño o al revés?

MR. En principio boceto la idea. Allí se concreta el diseño y puede definirse la textura que voy a usar. Otras veces, a partir de una textura surge la idea de un diseño. Es indistinto.

SF. Ud. tiene una línea muy característica de diseño. ¿Siempre fue igual o hubo etapas?

MR. Es cierto. Una característica de mis diseños es el uso de materiales artesanales con una paleta de colores muy rica, que logro tiñendo personalmente en una paila de cobre. Hubo etapas; con el tiempo fui decantando los aspectos étnicos más obvios. Mi aporte fue encontrar una expresión de lo permanente en nuestra identidad, agregando el arte al lenguaje de la moda, donde las técnicas antiguas que uso muestran, constantemente, que son dueñas de una vitalidad siempre renovadas y de un gran poder de adaptación al contexto social al que se dirigen.

SF. ¿Cuáles son sus colores preferidos?

MR. A decir verdad, lo que más me apasiona es el trabajo con el color. Hace 35 años revolucioné los tintes naturales por la gran variedad de tonos hasta entonces no logrados. Yo los llamo "colores emocionales". Mis colores preferidos son aquellos que tienen que ver con mi entorno y con los colores de mi memoria, como son los campos sembrados de Santa María, los pimientos de un rojo intenso secándose a sol y los atardeceres con luces cambiantes sobre las montañas que están al frente de mi casa.

SF. ¿Su experiencia de desarrollar un diseño de indumentaria con un perfil muy vinculado con tejidos y texturas tradicionales fue emulada en otros lugares del interior del país?

MR. Si bien mis diseños tienen una vinculación con texturas y tejidos tradicionales, sentí que eso sólo no era suficiente. Sí, fui emulada no solo en el interior del país sino también en Buenos Aires, aunque la emulación se dirigió, en la mayoría de los casos, hacia un costado más comercial y no a una búsqueda más profunda. A mí me interesó indagar en el diseño y la calidad. A esto le sumé arte.

*Manuela Rasjido (1952), diseñadora de indumentaria, artista plástica y licenciada en Letras por la Universidad de Tucumán. Creó un estilo de prendas que denominó Arte para Usar, y que fue reconocido en el país y en el exterior. En 2012 recibió el Konex de Platino-Diseño de indumentaria, de Artes Visuales.

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