Nota publicada online
Pintor, escultor y ceramista. Séptimo hijo varón entre once hermanos, su madre era maestra y su padre Ernesto Salvatierra, arqueólogo y pintor formado con Benjamín Corot. “El llanero Solitario”, “Patoruzú” y “La maja desnuda” formaron parte de las imágenes de su infancia ya que la pasión de su padre eran los libros de arte. Mas tarde lo cautivaron las obras de los museos que recorrió en América, Europa y Africa. Sus referentes son tanto los artistas anónimos precolombinos como los clásicos Bosch, Velazquez, Durero Goya, Klee, Tapies y Fontana. Y todo está aquí, en su obra.
“Por suerte la cuarentena la estamos pasando con mi mujer (Manuela Rasjido) en Santa María, donde tenemos nuestra casa y los talleres de cada uno... además de un espacio generoso alrededor donde hay algunas plantas que hay que regar, recoger los frutos, como granadas, membrillos, con los que hacemos jalea y dulce.
Ayer recogí los últimos seis cayotes y el sábado haremos dulce de cayote a la mañana y a la tarde pan casero en el horno de barro. El mes pasado coseché las aceitunas moradas de un olivo que me regalaron en Sevilla hace unos años.
Por estos días estoy preparando la tierra para hacer la huerta en septiembre. Es necesario dar vuelta la tierra ahora para que se sequen las raíces durante el invierno... en la huerta pplantamos choclos, pimientos, tomates, papas, remolacha, acelga, lechuga, y una variedad de zapallos y angolas...En fin, me siento muy bien cuando voy a la huerta y saco de la tierra las verduras o frutos frescos para comer...
El trabajo en el taller se alterna entre el dibujo con tinta china..."un homenaje" a las hormigas que me comen las cañas del techo del taller y en noviembre los primeros brotes de las uvas, y alternando con un nuevo proyecto que esta en pleno proceso.
Disfruto muchísimo quedándome en casa,...los días me quedan cortos.
Además tengo el piano de Manuela en mi taller ahora y me viene muy bien tenerlo a mano. Por estos días estoy componiendo una suerte de chacarera mezclada con blues... algo así como un ensamble telúrico y concreto. Cuando me queda un poquito de tiempo intento terminar de releer una pequeña novela de Kafka, El Proceso que la tenía casi del todo olvidada.
Lo que más extraño es viajar, absolutamente es eso y no poder ver y abrazar a la gente que quiero. Eso sí que por momentos me angustia mucho.
Tal vez sin proponérmelo, la estrategia para vivir en armonía, no sólo en estos dramáticos tiempos que sufre la humanidad, haya sido vivir siempre en una permanente instropección que no sentí obligada, por el contrario, sino más bien como un ejercicio de permanente reflexión sobre la importancia de vivir con armonía, con equilibrio y valorar las cosas sencillas y simples de la vida...como tener salud, una famlia, amigos...digo sencillas, simples...pero para mi fundamentales.
¿Qué me inspira? Me inspira ver todas las noches las estrellas, escuchar las calandrias y los horneros que me despiertan a la mañana. Me inspira cuando corre viento y un remolino levanta la hojarasca de chalas de maíz y las cáscaras de los pimientos que se secaron al sol. Me inspira un día soleado y apacible como el de hoy. Me inspira de una manera aquello con lo que disfruto.
De otra manera puede inspirarme también aquello con lo cual no disfruto.