Nota publicada online
Marisa Insúa presenta la muestra "Lo invisible anida en el cuerpo” en la Villa Cármen, la Casa de las Culturas de Tigre, con curaduría de Luisa Heine y texto de Eugenia Luases.
Marisa Insúa es artista plástica, discípula de Juan Carlos Distéfano y admiradora de Marcia Shwartz. El dibujo y el grabado son parte de su hacer pero, donde realmente ella se siente cómoda, donde se revela su enorme sensibilidad, es a través de sus particulares esculturas textiles. Una marca que la distingue.
La serie que presenta actualmente en la Casa de las Culturas de Tigre, se inició en cuarentena. Como todos quedó encerrada en su casa-taller. Desconectada del mundo pero rodeada de naturaleza: las plantas, los pájaros y el río. Allí se animó a enfrentar aquello que también nos habita, ese lado oscuro que nos pertenece y que cuesta asumir como propio. Aquello que como describe poéticamente el texto de Eugenia Luases: “es sutil, intangible, a veces innombrable, pero lo sentimos, nos habita. Trabaja en silencio, en la intimidad. Construye y deconstruye sin tregua. Sus materiales son las emociones, los pensamientos y la memoria recortada en retazos que el hilo de la palabra quiere coser.” Así nació esta serie : "Lo invisible anida en el cuerpo”, como un intento de la artista de asir esta presencia y enfrentarla. Primero dibujándola: una casa, como símbolo de su refugio interior, porque esa presencia anida especialmente en la cabeza. “La buhardilla de la cabeza guarda la historia, sus harapos queridos nos abrigan y nos permiten soñar. En sus paredes se adosan ideas fijas, anquilosadas, piedras pesadas agarradas de las fisuras. Ya casi no duelen, se convirtieron con el tiempo en partes de la arquitectura del cerebro.”
Los dibujos se concretaron en esculturas textiles, en cabezas con esqueleto de alambre, mullidas, rellenas con estopa y cuyas caras Marisa modeló, puntada a puntada, otorgándoles a cada una un carácter propio. Son nueve cabezas huecas, sin cerebro que se desnudan frente al espectador mostrando aquello innombrable que habita en su interior. Preciosos cerebros realizados en cerámica, que develan el misterio; vuelven visible aquello que los habita para poder aceptarlos. Yin y yang. Es lo que somos.
En la siguiente sala tres cabezas, blancas sin ojos, sin rasgos distintivos gritan: “lo que nos habita es un fuego ardiente que nos quema. Sale por la lengua y borda lo indecible. ¡Dilo, dilo! Resuena urgente.”
Con su particular arte, Marisa Insúa nos invita a la reflexión aceptando nuestras complejidades; nuestras luces y también nuestras sombras.