Nota publicada online
Después de dos años con formato híbrido por la pandemia y la cancelación de 2022, la feria de arte contemporáneo de Córdoba celebró su décima edición en sincronía con los 450 años de la ciudad. MAC estrenó sede y convocó a una multitud. Más de 30 mil personas visitaron los stands de 60 galerías que exhibieron obras de 200 artistas de todo el país.
Después de dos ediciones híbridas por la pandemia -en realidad, más virtuales que presenciales- que no cumplieron las expectativas en 2020 y 2021 y una traumática cancelación anunciada muy sobre la fecha y casi sin explicaciones en 2022, Mercado de Arte Contemporáneo Córdoba (MAC) volvió con fuerza la semana pasada para celebrar su décima edición en sincronía con el 450 aniversario de la ciudad de Córdoba. Fue un regreso con gloria, con nueva sede, buena asistencia de público, calidad pareja en el nivel de las obras exhibidas y ventas que dejaron conformes a galeristas y organizadores.
La feria se desarrolló entre el jueves 1° de junio y el domingo 4 por primera vez en el Complejo Ferial, frente al estadio Mario Kempes en el barrio Chateau Carreras, en las afueras de la ciudad, lo que implicaba cierto riesgo de que el público no llegara a ser numeroso, pero la incertidumbre se fue disipando en los primeros dos días y se esfumó del todo durante el fin de semana, cuando mucha gente se acercó para recorrer las comodísimas instalaciones del complejo. Colaboraron tres factores: clima primaveral, entrada gratuita y transporte también gratuito a través de una línea especial de colectivos desde la Plaza España, en la zona céntrica.
Estos son algunos números que ayudan a redondear un balance: más de 30.000 personas pudieron apreciar trabajos de 200 artistas presentados por unas 60 galería y espacio autogestionados de diferentes regiones de la Argentina. De acuerdo con la información de los organizadores, se vendieron 168 obras por un total de $ 51.655.500. Pequeña disgresión: es curioso que la cifra se dé en pesos argentinos cuando en los stands, ante cada consulta del posible comprador de una obra, los precios se informaban sin excepción en dólares. La cuenta es sencilla: las ventas totalizaron unos 105.000 dólares (blue), una cifra modesta, pero sin duda acorde con la situación económica general de la Argentina y del mercado de arte en particular. Perfectamente al tanto de esa difícil situación, las galerías optaron por ofrecer las obras a valores de verdad tentadores, realmente de oportunidad. Si en otras ferias y en ocasiones económicas más favorables los visitantes se sorprendían por el alto nivel de los precios, en MAC 23 la sorpresa era opuesta. Algunas obras pequeñas de artistas emergentes se ofrecían por 50 dólares; otras de mediano formato de artistas consagrados, como se verá más adelante en detalle, por apenas 1.000, en lo que puede entenderse como un loable esfuerzo de los expositores por sumar compradores nuevos y promover el arte local y nacional en una coyuntura complicada.
Fue precisamente la recuperación de la presencia y la promoción del arte local uno de los objetivos de los organizadores de la feria: Faro (Asociación Civil de Galerías de Córdoba), Fundación Pro Arte Córdoba, la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba junto a la Agencia Córdoba Cultura, Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Provincial de Córdoba, con el acompañamiento de BANCOR, instituciones públicas y del sector privado que unieron energías en un destacable trabajo de cogestión. Alejandro Dávila, presidente de Faro, destacó esa colaboración, que consideró clave para que MAC fuera “un éxito total”. Conmovido y emocionado, Dávila no escondió su felicidad.
Roberto Echen, artista visual rosarino, director artístico del Museo Castagnino+Macro de Rosario y curador general de esta edición de la Feria, destacó el carácter federal de MAC. “Es fundamental que se hagan eventos de esta calidad y esta magnitud fuera de Buenos Aires, donde sucede casi todo. Esto es descentralización”. Echen consideró que la feria fue de alto nivel y que la sede elegida, amplia y con todas las comodidades, fue decisiva para que las galerías pudieran exponer las obras de la mejor manera. Con mucho más aire que en las carpas de la Plaza San Martín y el Cabildo donde se realizaron la ediciones anteriores, el público pudo recorrer los stands dispuestos en dos sectores -Zona Crespo y Zona Bonino- los dos bellos pabellones del Complejo Ferial con toda comodidad.
En ese recorrido, los visitantes se encontraron con nombres de peso como Rogelio Polesello, León Ferrari, Carlos Alonso, Luis Wells, César Paternosto, Ary Brizzi, Edgardo Giménez, Juan José Cambre, Daniel García y Carlos Crespo, entre muchos otros. Pero sobre todo con muy buenas obras de artistas que no conocían. Los unos y los otros, con trabajos a valores realmente accesibles. Quizá el caso más notable sea el de Luis Wells, que no puedo estar presente en la feria por razones de salud, pero que presentó en el stand de Lyv Gallery / Ciendías (de Córdoba) trabajos recientes de formato grande y mediano a 1.000 y 1.500 dólares. En dos de ellos incursiona en la figuración y en el erotismo con dos figuras femeninas japonesas. En otro, aborda una geometría más libre y más suelta que en sus trabajos habituales, lúdicos aunque sometidos al rigor de la geometría.
De Carlos Alonso, la cordobesa Vía Margutta presentó varias obras -algunas vendidas- en una suerte de muestra homenaje. El de María Calcaterra fue el espacio que exhibió el conjunto más clásico y con calidad museo, con una selección de obras de César Paternosto, Edgardo Giménez, Víctor Magariños, Horacio Zabala y Ary Brizzi.
Entre las galerías de Córdoba, una de las que más público convocó fue The White Lodge, donde se mostraban entre otras piezas, dos con fondo amarillo de la icónica serie de los cuencos de Juan José Cambre, a un asombroso valor cercano a los 4.000 dólares cada uno. Una verdadera pena no habérselos llevado a casa. Completaban la oferta del stand obras de Manuel Coll (pinturas sobre superficies y objetos nada tradicionales, comomuna persiana), Carlos Crespo, Rosa Mercedes González,, Ana Alegría, Luciano Jiménez y Pablo Peisino. De Peisino llamaban la atención unas esculturas blandas de una serie llamada “Utilería”, que reproducen con humor objetos clave de grandes éxitos de Hollywood, como la cabeza de caballo de “El padrino”, el hacha de “El resplandor”, una máquina de escribir de “Pánico y locura en Las Vegas”.
Peisino fue justamente uno de los distinguidos -por una manta tejida por su madre fallecida e intervenida por él- con uno de los premios en el marco del Programa Adquisición: la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, entregó premios por un total de dos millones de pesos a obras de artistas locales que se suman a los acervos públicos del Museo Metropolitano de Arte Urbano y el Museo Genaro Pérez. Además de Peisino y Leticia Obeid (de galería Hache), de quienes se adquirió obra para el Museo Genaro Pérez, fue premiado Manuel Pascual, de la galería cordobesa Satélite, con obra para el Museo Metropolitano.
También se otorgó el Premio In Situ (en total, $400.000, no adquisición), que promueven los coleccionistas Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez, a Mercedes Resch (Cura Malal, Prov. De Buenos Aires), de la galería Cresteo.red (Provincia de Buenos Aires); Nehuén Moyano Cortez (Córdoba) y Maximiliano Venturini (Avellaneda, Santa Fe), de Espacio Barraco (Rosario).
La obra premiada de Mercedes Resch, “Sudario de la pampa argentina”, exhibida por Cresteo. Red, que trabaja con la memoria, fue una de las más conmovedoras de la muestra. Sobre un gran lienzo blanco con una capa de emulsión fotográfica, la artista colocó viejos objetos y herramientas que encontró en la tierra de un campo que había sido de su madre. Con el paso del tiempo, esos objetos dejaron su huella amarillenta, oxidada, como en un sudario.
También se dastacaba en el recorrido tres pinturas de una serie de Daniel García exhibidas por la galería Estudio G de Rosario. Las obras fueron parte de una muestra en la que el artista rosarino dialogó con la colección de arte decorativo del Museo Estévez, de esa ciudad. Representan jarrones orientales intervenidos. En el mismo stand se mostraban varias piezas de Silvana Lacarra y fotografías sobre la masculinidad durante los festejos por el Mundial de Fútbol en el Obelisco con la mirada sumamente femenina de Sol Marinozzi.
Es imposible detallar la oferta de cada uno de los más de sesenta stands de la feria, pero algunos espacios merecen al menos una mención. Por ejemplo, el de la galería Subsuelo, de Rosario, que mostró una veintena de exquisitos retratos femeninos de Rosa Aragone, artista de esa ciudad, injustamente casi desconocida, al menos en Buenos Aires. Algo similar a los maravillosos pasteles, paisajes pampeanos un poco surrealistas de Luis Ouvrard, que mostró la galería Calvaresi. Vale la pena adentrarse en la obra tanto de Ouvrard como de Aragone, incomprensiblemente poco exhibidas y por fortuna rescatadas del olvido en la feria .
También es imposible pasar por alto los videos e impresiones digitales llenas de color de Jorge Castro en el stand de la galería cordobesa La Cúpula. O las pequeñas esculturas de yeso pintado de El Keni, que representan personajes durmiendo en la calle, mostradas en el stand de Departamento 112, galería emergente de Martínez, provincia de Buenos Aires.
Mercado de Arte de Córdoba 2023, resultó un regreso con gloria, celebrado por artistas, galicistas gestores y público amante del arte contemporáneo, que también brindó la posibilidad de encuentros, presentaciones de libros, conservatorios y visitas a colecciones privadas como las de José Luis Lorenzo y Atilio Bugliotti. Felicitaciones a todos los involucrados!