Nota publicada online
Definida como un gran proyecto, como obra total, como experiencia psicodélica, la reconstrucción minuciosa de La Menesunda -con el equipo bien cimentado del MAMBA y los fondos del gobierno de la ciudad- permite un paseo por otras épocas en una revisitación donde la cuestión del tiempo se vuelve crucial.
Es posible detectar en muchas capitales donde se hacen ferias o bienales, tanto como en galerías e instituciones, un crecimiento bien concreto por dar visibilidad a la internacionalización del pop, operada desde los 60 pero que llega a nuestros días. Un movimiento que definitivamente se transformó en una cultura con múltiples expresiones a lo largo del mundo y que, en nuestro país, dejó registros ya que como muchas obras de los sesenta, se han perdido y es necesario reconstruirlas. En parte para dar cuenta a las generaciones nuevas que algunos de los referentes que conocen todos, han realizado obra de curiosa experimentación y originalidad que tuvo un impacto enorme en los medios de su época y que hasta ahora sólo tenía menciones en la historia del siglo XX pero pocas reconstrucciones.
Siguiendo el plan inicial, con las tergiversaciones lógicas de la memoria y la adaptación a nuevos materiales y otros estrictamente reconstruidos, se puede disfrutar de un contenido del que muchos conocíamos el relato o el registro pero no habíamos tenido la posibilidad de poner el cuerpo dentro. Se torna una experiencia rara pues es como conocer muy bien una obra sin haberla experimentado. Y la verdad es que en la primera recorrida logré pasar de sensaciones de encierro, de duda y aislamiento, así como de disfrute juvenil complaciente y cálido.
Algo parecido se recrea diariamente en el Museo ahora, colas de gente expectante, una Marta Minujín como gran maestra de ceremonias, y el personal entrenando a la gente para que sigan los pasos que la obra propone desde lo individual en el recorrido para poder luego compartirla a la salida. Esa dinámica no se alteró sino que se potenció, ordenando a las personas bajo claras normativas: prohibir la entrada a menores de 16, advertir a los claustrofóbicos, a las personas con dificultades de movilidad o cardíacas, a los usos del recorrido que deben quedar sostenidos durante unos cuantos meses aquí para luego iniciar una serie de desplazamientos y montajes en otras latitudes.Hace algunos años, una alumna de un seminario trajo a clase una carta que había recibido de sus primos en la época, donde le narraban minuciosamente la experiencia de haber recorrido La Menesunda en el Instituto Di Tella. No se privaban de adjetivar la experiencia, desde lo curioso y divertido hasta lo reprobable o incomprensible, tanto como quedar impregnados de papel picado a la salida. Era literalmente un acontecimiento y conllevaba la idea de que se estaba ante una nueva locura juvenil, de aquellas que comenzaban a influenciar tanto en el cine como en la moda y el arte.
La figura de Marta Minujín siempre ha estado vigente, pero es cierto que desde hace unos años se ha incrementado por múltiples invitaciones a ocupar ese lugar bien activo dentro del campo experimental del arte argentino, donde sus intuiciones se tornan cada vez más próximas a nuestra contemporaneidad. A pesar de que fueron pensadas y realizadas en sistemas analógicos sin otras redes que las que podían usar los servicios de noticias o algunas instituciones, muy avanzadas para Sudamérica, se hicieron en un período del país que contaba con una potencia creadora y una base educativa que estaba en perfecta sintonía con el mundo de su época, en una ciudad cosmopolita como era y sigue siendo Buenos Aires.
Como se sostiene en el texto de presentación, la voracidad del avance de la cultura de masas, la experiencia como soporte estético y el espectador como agente activo, las rupturas dentro del propio campo y la transgresión dentro de un contexto de gobiernos de facto, esta obra no pudo y no puede ser leída sólo desde el recorrido. Tiene la marca de agua de una provocación que fuerza la trama cultural de su época mediante un pensamiento crítico que descansa sobre todo en el absurdo que “zarandeaba” al visitante a través de una multitud de estímulos perceptivos. Una experiencia intransferible y dinámica que se puede disfrutar hasta febrero del año próximo.