Nota publicada online
En el año del centenario del nacimiento del visionario artista argentino Gyula Kosice (n. Ferdinand Fallik; Košice, Checoslovaquia, 1924 − Buenos Aires, 2016), Malba presenta la primera exposición monográfica dedicada a su obra -curada por Mari Carmen Ramírez y María Amalia García y coproducida por Malba y el MFAH-, con el propósito de destacar su rol pionero y reposicionarlo en el contexto internacional del arte de posguerra.
Hace 100 años nacía Gyula en Kosice, un diminuto pueblo de la patria húngara, de donde partió, con apenas cuatro años, desde el puerto de Cher Bourg, en Francia, hacia América. Allí, durante 45 días flotó en esa estación espacial llamada “barco” y se enfrentó por primera vez con la inmensidad del mar y la profundidad del firmamento comprobando cómo, en las noches, ambos se fundían en un único escenario sin límites. Los mismos “sin límites” que alimentaron tempranamente su imaginación que y más tarde se convertirían en obras de arte cinético y lumínico y en su proyecto más innovador: la ciudad hidro-espacial.
La creación, fue, desde el principio el impulso que movió a este polifacético hombre en su lucha por la construcción de una nueva sociedad sin clases, capaz de dominar la energía, el espacio y el tiempo en todos sus sentidos y hasta sus últimas consecuencias. Kosice construyó su poética con el agua y la luz como elementos fundantes, estableciendo la fluidez y el movimiento como una afirmación paradojal para con la escultura: la firmeza de la forma como continente habitado por elementos sutiles y desplazamientos azarosos. Fue además autor de una obra integral que excede lo plástico, ha publicado también poesía y teoría estética, incluyendo la formulación de aquella utopía urbana que es su ciudad hidro espacial.
Cofundador de la revista Arturo, dedicada el arte concreto, y del movimiento de Arte Concreto-Invención. Ya, en 1944, expresaba en las páginas de esta publicación que “el hombre no ha de terminar en la tierra” y, en el Manifiesto Madí de 1946 afirmó que la arquitectura debería considerar “ambientes y formas desplazables en el espacio”, primer antecedente de sus ciudades hidro-espaciales. El marco irregular, la pintura articulada, la escultura con movimiento articulado y con participación del espectador, son invenciones absolutas de Madí, que se distinguía por revindicar la fantasía y el humor. La primera exposición del Movimiento fue en el Instituto Francés de Estudios Superiores de Buenos Aires en 1946. Allí Kosice, presentó sus esculturas hechas con tubos de gas de neón, lo que en París y en Nueva York descubrirían veinte años más tarde. En su continua búsqueda incorporó el agua a sus creaciones. El agua como alma de objetos sorprendentes y el plexiglas como soporte. Luz, agua, movimiento, transparencias: a partir de ese punto el arte de Kosice no admitió límites.
La muestra, organizada en cuatro núcleos, reúne más de 80 obras producidas entre 1950 y 1980, destacando en el perfil experimental de su trabajo –especialmente en sus esculturas de plástico, relieves cinéticos y gotas de agua, la mayoría con luces y activadas por aireadores y motores–, donde el movimiento es una constante fundamental. Presenta además, por primera vez en Buenos Aires, La ciudad hidro espacial, que fue adquirida por el Museum of Fine Arts de Houston en 2009. Esta instalación condensa años de búsquedas materiales y teóricas, y expresa los deseos de Kosice, quien, ya desde la década del 40, imaginaba a la humanidad asentada en algún lugar más allá de la Tierra.
Núcleo 1: Espacio de transparencia
Kosice buscaba asir el espacio invisible a través de la transparencia en sus obras, utilizando Plexiglas y metales para generar movimientos y jugar con la luz. Trabajaba con formas geométricas basadas en ovoides en línea con los movimientos de vanguardia de los años 40 y 50.
Las obras de esta sala se exhiben por primera vez y son parte de un exhaustivo proyecto de investigación y recopilación.
Núcleo 2: Luz y movimiento
El artista comenzó a experimentar con tubos fluorescentes y neón desde finales de los años 50, creando dibujos de luz y relieves lumínicos. Su obra Galaxia de París de 1958 y Manhattan Day by Day de 1965 muestran cómo incorpora la luz como parte integral de la obra, proyectándola hacia el exterior a través de tubos y filamentos.
Son obras inspiradas en los estigmas de las ciudades y en la iluminación urbana, especialmente en el uso de neones que se relaciona con la publicidad y la iluminación de las calles.
Nucleo 3: Cuerpo de Agua
Aquí se introduce la innovación del agua en las experimentaciones artísticas del artista; “Kosice fue el primer artista en el mundo en incorporar el agua a la obra de arte,” sostuvo Mari Carmen Ramírez durante la presentación a la prensa, “lo que fue considerado revolucionario en la historia del arte del siglo XX.”
Para la exposición se han restaurado y actualizado tecnológicamente las grandes unidades con chorros de agua, para que puedan ser apreciadas en su plenitud. Se ha trabajado en la dinamización del agua desde distintas perspectivas, como la cascada, el chorro y las burbujas generadas con aireadores. La restauración de estas piezas de estas piezas ha sido un trabajo de un equipo especializado en plásticos.
La sala resulta una antesala de la Ciudad Hidro Espacial, con elementos interesantes como un corto sobre Kosice, una vitrina con su emprendimiento Casa de Agua que llevó adelante con su hija, que incluía sus famosos anillos y obras de pequeño formato accesibles para las clases medias, en su intento de democratizar el arte.
Núcleo 4: Ciudad Hidro espacial
Kosice creó la Ciudad Hidro Espacial, su obra maestra concebida en 1946 pero materializada en 1967. De hecho, en su principio fue una obra que consistió en poemas, manifiestos, entrevistas, conversaciones. En realidad, no hubo una materialidad de la obra, sino hasta fines de los años 60. Se trata de maquetas de hábitats hidro espaciales ubicados en la atmósfera, alimentados con oxígeno extraído de las nubes. Una obra anticipada y ecológica. Aunque nunca se llevó a la realidad, fue presentada a la NASA en los años 80.
Kosice creó, inventó y jugó. Fusionó el arte, la ciencia y la tecnología. Fue libre y, a lo largo de su vida, se mantuvo fiel la misma visión: “liberar al hombre de toda atadura”, justamente, la premisa del movimiento Madí.
Recuerdo su respuesta cuando en una entrevista le pregunté qué les diría a los artistas jóvenes y hoy creo que éste es su mejor legado:
“Les diría, para empezar, que abandonen la idea de la arquitectura, de los límites. Que conquisten el espacio. Que conquisten su tiempo. La velocidad de la luz sólo puede ser superada por la imaginación que trasciende todos los límites. Si podemos imaginar algo, podremos realizarlo. El sólo imaginarlo ya no tiene límites y yo creo en los des-límites. Le diría a los jóvenes que se vuelvan videntes, que se des-limiten y que inventen nuevos cielos.”