Nota publicada online
"Vestigios de lo concreto" se podrá visitar en la Sala 1, de ARTHAUS hasta el 10 de marzo.
Los miércoles, a las 18 horas, el Equipo Arthaus te acompaña en tu visita a la exposición del artista Jorge Miño
El concreto, el acero y el vidrio son materiales que le interesan especialmente al artista visual Jorge Miño; más precisamente la desmaterialización de la materia de estas arquitecturas modernistas que misteriosamente se convierten en espacios vacíos capaces de desorientarnos. Y es que cuando nos enfrentamos a una de sus obras no sabemos cómo situarnos; no sabemos si entramos o salimos, si ascendemos o descendemos o si, simplemente, flotamos en este territorio propio de su creación.
Jorge Miño no es fotógrafo aunque su obra entra en la categoría de la fotografía. Estudió dibujo, pintura y se especializó en grabado en la Escuela Superior de Enseñanza Artística en Artes Visuales Rogelio Yrurtia. Gran admirador del arquitecto Mario Roberto Álvarez, realizó por años el registro fotográfico de sus obras y de él seguramente aprendió el “arte de crear espacios”.
El registro de las imágenes las realiza con la cámara de su celular y más tarde, frente a la pantalla de su computadora, comienza su proceso creativo, éste es su “momento de verdadero goce”. La imagen final recién se revela completamente cuando está impresa. Entre las obras que presenta en ArtHaus con curaduría de María Teresa Constantín y texto de Pablo de La Padula, hay varias de su última producción. El imponente montaje nos sumerge en esta idea de la espacialidad y el vacío como territorio tan sugerente y propia del artista.
Se trata de dos grupos de obras que conforman la puesta. Obras impresas sobre papel de algodón que dan cuenta de la enorme sutileza de grises atrapados entre líneas. Una en particular, “Geometrías derivadas”, es de una belleza minimalista donde la sombra es la que le da la tridimensionalidad a la obra. No podían faltar en la muestra sus emblemáticas escaleras y ese universo de infinitas posibilidades visuales que remiten a las obras de dos de sus referentes: Giovani Piranesi, maestro del grabado italiano y Maurits Escher creador de mundos imposibles y laberínticos, también arquitecto y grabador.
Por otro lado, se exhiben varias obras lenticulares, impresas sobre acrílico y donde el movimiento es el verdadero leitmotiv. Nos sorprende recorrerlas con la mirada para descubrir varias imágenes en la misma pieza. Las tres fotografías lenticulares centrales de la muestra, Miño las realizó a partir de la misma arquitectura de ArtHaus. Se trata del ascensor, el hall y la puerta de entrada; una vez más el concreto, el acero y el vidrio.
El color también esta presente en esta muestra; se trata de dos grandes composiciones gestadas a partir de filtros de una cámara fotográfica de formato medio que perteneció a su padre. Un juego de provocación en el que el artista “construye el color, la forma y la textura, a partir de un trabajo más plástico que técnico fotográfico.”
Para cerrar esta reseña, nada mejor que el Epílogo de La Padula. “El arte expande la frontera de lo posible de ser imaginado y pensado, fondo sobre el cual podrá trabajar luego la ciencia materialista. Pero para ello debe desarticular inteligentemente los saberes profesionalizados a partir del siglo XIX, los cuales sólo permitían profundizar e indagar el mundo a través de sus propias lógicas de pensamiento. La práctica artística de Jorge Miño, bien podría ser una visualización de esa mutación de las profesiones que el arte contemporáneo realiza con los cánones del saber, transmutando la toma fotográfica de la realidad exterior en lienzo fotoquímico sobre el cual el artista pinta y dibuja su propia pulsión lúdica de vida, con la identitaria materialidad del siglo XXI, que no es ni más ni menos que la singularidad virtual sobre lo digital.”
Jorge Miño no es fotógrafo, tampoco arquitecto ni grabador. Es un artista visual que crea mundos imposibles y nos enseña a verlos. ¡No se la pierdan!
