Nota publicada online
VIDA es una palabra ABSTRACTA trasladan al plano la sensación de movilidad de la vida diaria y reflejan la concepción sobre el caos del artista: una dinámica -de la que formamos parte- en permanente transformación.
Vida es una palabra abstracta, es el título de la muestra de Yuyo Noé (Buenos Aires, 1933) que, como todos los años cierra el calendario de Galería Rubbers. Lo que no es una abstracción es su pintura: es concreta y figurativa, está llena de vida y, cada una de las 12 obras que se exhiben, tiene una historia de vida detrás.
Yuyo sabe de palabras y también sabe de pintura. “Desde chico supe que iba a ser pintor”, afirma y recuerda que los mejores regalos que recibió eran los libros de pintores y, “es por eso que, cuando iba al Salón Nacional, diferenciaba un Fader de un Petorutti con la misma facilidad con que otros chicos reconocen las marcas de autos”. Su padre, amigo de Ortega y Gasset como de los pintores de la época que exponían en Estímulo del Arte, le hablaba tanto de pintura como de literatura. Por a él lo que más le interesaba era quedarse ‘atrapado’ por una imagen “las imágenes me decían mucho y tenía que descifrarlas internamente. La imagen infantil que más recuerdo es la de la tapa del libro de lectura de primer grado inferior donde de un chico está leyendo un libro en cuya tapa se representa al chico leyendo un libro y así sucesivamente. Y yo me preguntaba, ¿quién es el último, el chico de la tapa o yo?" . Al terminar el bachillerato quiso estudiar pintura pero su padre lo desencantó porque “hay que comer y con la pintura no se vive”. Se anotó en derecho y deambuló por los pasillos de la facultad durante cuatro años -“hubiera estudiado filosofía pero sucedía lo mismo que con la pintura”- ríe- hasta que finalmente comenzó a trabajar como periodista en el diario El Mundo. Allí propuso hacer crítica de arte y lo aceptaron. “No lo hice tan mal porque respetaba a los artistas; ellos hacían lo que yo quería hacer. Entré al taller de Horacio Butler y los 26 expuse por primera vez”.
Las palabras aparecen en muchas de sus pinturas y los títulos son fundamentales. “Cuando comienzo un cuadro no sé hacia dónde voy pero, en la mitad del proceso, aparece el título.” Y en esta muestra los títulos son particularmente sugerentes. Divagaciones corresponde a una pintura cuya tela deja parte del bastidor irregular al descubierto. Más allá… ¿de qué? Es una inmensa tela en la que conviven zonas blanco y negro con otras multicromáticas -recurso que él utiliza frecuentemente para generar tensiones- se asemeja a la imagen de un dron alejándose de la tierra. Vivir vidas ajenas: “son mis ‘carajitos’, dibujos sin importancia que he hecho a lo largo de distintas etapas y fui guardando en un cajón”, explica Noé. “Hoy conviven en la misma obra y es curioso como al juntarlos adquieren sentido” La frase de Paul Valery que puede leerse en una esquina insiste en este sentido y redobla la apuesta: "si cada hombre no pudiera vivir una cantidad de vidas que no fueran la suya, no podría vivir la suya".
La memoria está en el corazón, un políptico -ocho bastidores ensamblados sobre tela- en cuyo centro el rostro de una mujer sonríe de manera cómplice. En la otra punta de la sala Complejo romance es el personaje femenino de la pareja quien sostiene el pincel otorgándole así a ella el poder de la creatividad.
Cada obra de Yuyo comienza con una gran mancha, con la tela generalmente en el piso, la va moviendo y allí comienza su juego: trabajar la línea delineando la mancha, dejando correr la pintura muy acuosa en algunos casos y, en otros, con mucha materia que le da estructura, ya que no trabaja con paleta sino directamente del pomo. Hay una labor en distintas capas y en distintos tiempos; se percibe el gesto y la velocidad de ejecución del artista mientras genera ritmos y contra ritmos que determinan una densidad temporal provocando el movimiento y el enmarañamiento del color.
Entre abstracciones y figuraciones, a punto de cumplir sus noventa años y de publicar su próximo libro Asumir al caos. Arte y vida, el filósofo Yuyo Noé cada día pinta mejor y él lo sabe, “¡Tengo el juego que yo juego bien aprendido!”, confiesa sonriente. ¡Y nosotros también lo sabemos!