Nota publicada online

martes 14 de junio, 2022
Ernesto Ballesteros
Dibujar también es bailar
Costa Peuser, Marcela
por Marcela Costa Peuser
Ernesto Ballesteros

Central de Procesos, enfrente a la Catedral de San Isidro, presenta La línea sincera, una experiencia lúdica y creativa para desandar la senda creativa de Ernesto Ballesteros.

Ernesto Ballesteros dibuja y lo hace muy bien pero, lo mejor que hace es enseñarnos a dibujar, sin prejuicios y bailando. En esta oportunidad y, desde la Central de Procesos, de la Secretaría de Cultura y Ciudad de San Isidro, podemos participar de La línea sincera, una experiencia basada en el dibujo que nos pone en movimiento a partir de distintas estaciones de trabajo, juego, experimentación y reflexión sobre los métodos y la obra del artista. "La Central de Procesos nació en 2016 como un espacio para que nuevas audiencias comprendan el método de trabajo de los artistas contemporáneos, tanto desde el punto de vista poético como material. Una instancia de aprendizaje que aquí se propone a través de la propia experiencia de los visitantes”, comentó Eleonora Jaureguiberry, secretaria de Cultura y Ciudad de San Isidro.

Eleonora Jaureguiberry y Ernesto Ballesteros

La línea sincera es una invitación a meterse de lleno en el universo Ballesteros a partir de distintos ejercicios de dibujo, a modo de estaciones identificadas por colores: amarillo, naranja, negro, verde. Ejercicios vinculados con el método del artista que apelan a la concentración y nos ponen a repetir de manera sistemática y por un tiempo prolongado una línea, un punto, un gesto. Y lo que surge siempre sorprende.

Todo en un espacio totalmente blanco, incluidas las mesas de trabajo, que va mutando cada vez que las hojas que se completan en las estaciones terminan colgadas en las paredes. Paredes vivas que cobran nuevas energías tomando tonos más oscuros y palabras, un ojo, líneas o un nombre que hoy están y mañana desaparecen por la acción de la gente. Y desde abajo, los zócalos que también crecen con lo hecho por el público acostado en el suelo.

“La idea es divertirnos, descubrir que las líneas son hermosas y realizables por cualquiera y que no hay que saber dibujar para dibujar. En el dibujo no hay buenos ni malos, hay posibilidades y ganas o no de hacerlo. Más que escuchar Qué lindo dibujo, me interesa el Guau, cuanta energía hay puesta ahí”, dijo Ballesteros sobre esta iniciativa para todas las edades, pero pensada y diseñada especialmente para los más chicos, que ya convocado a alumnos de jardín de infantes y de nivel primario y secundario.

En una mesa verde y redonda, de un metro de diámetro, se hacen puntos. Grupos de estudiantes aprietan el lápiz contra el papel y el sonido del gesto también forma parte del todo. Desde otra, siete chicos corren con el lápiz sin sacar la punta de la hoja para que surja el dibujo inesperado. Juego y arte en danza.

También hay muchos sacapuntas para transitar por ese rito de poner el lápiz en condiciones, una forma de que el público se haga cargo del ciclo de ese material, y la música que acompaña cada trazo desde un parlante bluetooth al que todos tienen acceso a programar el género que más le cuadre al momento de trabajar, crear y jugar

 

Ballesteros nos brinda la posibilidad de experimentar hacer trazos únicos, generados por un movimiento expandido, en la que participa todo el cuerpo y podemos sentirlo. Hacer una línea circular, suelta y espontánea; incluso saltar, jugar y bailar. Una línea compartida en familia o entre amigos.
Sobre el final, otro ejercicio. Momento de una hoja en blanco para poner en palabras un adjetivo, un verbo, un sustantivo. Algo que refleje lo vivido. Aquí el mío: Dibujar es también bailar, y bailando encuentro la felicidad. ¡Gracias Ernesto Ballesteros por la experiencia!!

Dibujando a cuatro manos

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