Nota publicada online
Conferencias, una mesa redonda con los artistas y un concierto de música de vanguardia fueron algunas de las actividades organizadas en Salón Peuser en torno a esta exposición que marcó un hito en nuestrea historia del arte.
En estos días se celebró el sexagésimo aniversario de la inauguración de la muestra de Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal presentada en el Salón Peuser de la calle Florida 750, en la que el público se enfrentó por primera vez con un conjunto de obras geométricas trazadas por finas líneas que producían efectos vibratorios. Se trataba de la primera de exposición de “arte generativo”, pero: ¿en qué consistía esa nueva propuesta? Los artistas expresaron que a partir de un punto o una recta producían desplazamientos consecutivos que sugerían el movimiento de las formas sobre el plano, es decir, era un tipo de obra que ENGENDRABA una serie de secuencias ópticas, al tiempo que GENERABA la forma.
A partir de la repetición de las líneas rectas o curvas trazadas sobre un campo de color uniforme, estas obras producen efectos vibratorios omoiréque provocan cierta inestabilidad visual, motivada por la incapacidad de nuestro sistema perceptivo para resolver ese tipo de interferencias.
Las amplias salas de Peuser exhibieron cerca de treinta obras cuyo listado hoy se puede reconstruir parcialmente a través de algunas fotos de la época (ver nº 1). Entre ellas se observan algunos óleos de gran tamaño como Pintura de Mac Entyre y Pintura generativa de Vidal –ambos de la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires– y muchas telas ortogonales y romboidales que, en el caso de Mac Entyre muestran formas curvas que se alternan con rectas (aunque progresivamente este artista fue dando preeminencia del círculo), mientras que, en el caso de Vidal se observa la preferencia por el trabajo sobre la recta y las formas angulares.
La importancia atribuida de antemano a esta exposición puede seguirse a través de las actividades previstas: conferencias, una mesa redonda con los artistas y un concierto de música de vanguardia. Presentada por Rafael Squirru, en esos días director del Museo de Arte Moderno —institución que auspiciaba la muestra aunque no podía albergarla porque aun no había inaugurado su sede— la muestra contó con un catálogo que incluía dos obras grabadas y un manifiesto.
El texto firmado por los artistas reconocía que si bien el arte de “pura invención” —propuesto por los artistas Madí y de la Asociación Arte Concreto-Invención— había avanzado sobre la representación figurativa que dominaba a mediados de los años 40, a finales de los 50 ya eran muchos los que opinaban que ese arte concreto “insensible y frío” se encontraba en un callejón sin salida y, sin titubear, declaraban: “no somos concretos”.
El manifiesto reconoce la paternidad del término “generativo” a Ignacio Pirovano aunque no menciona —como sí lo hace Squirru en el prólogo— que esa idea-fuerza provenía del estudio “Georges Vantongerloo, su mundo y la creación de nuestro tiempo”, que había realizado sobre el artista belga (ver nº 5). De todos modos, dentro del recorte selectivo que todo artista realiza sobre la tradición en la que funda su práctica, Mac Entyre y Vidal tomaron la vía del pensamiento y las experiencias que Vantongerloo había llevado adelante desde la posguerra, en las que valoraba el espacio como un campo abierto a las tensiones de formas orbitales, trayectorias proyectadas y planos fugados en profundidad.
En el marco de la exposición, el ingeniero Ramón Baudés Gorlero pronunció una disertación explicativa con ilustraciones sobre la noción de “arte generativo” y el crítico Vicente Caride ofreció una conferencia, mientras que el 15 de septiembre la Agrupación de Música Contemporánea Euphonia presentó un concierto en el que Mariano Etkin dirigió la pieza titulada Planos (1960) —creada como una propuesta musical para acompañar a una pintura de Mac Entyre—, y se estrenó la pieza para flauta Variantes (1960).
En el programa se incluyeron los estrenos del Concierto de Cámara (1960) de Alcides Lanza, y de la Cantata (1960) de Armando Krieger, además de la ejecución de Tres pequeñas elegías, que Gerardo Gandini había creado el año anterior. En un texto introductorio, los músicos también expresaron las coincidencias entre las novedosas progresiones lineales presentadas por los pintores generativos y la repetición de compases y la reverberación de las ondas sonoras que se escuchaban en su música.
Si bien desde comienzos de los 50 Mac Entyre y Vidal habían iniciado sus búsquedas en el taller que compartían en el pequeño espacio que alquilaban en Brandsen y Montes de Oca junto a su amigo Alfredo Carracedo, esta exposición de 1960 fue el puntapié que los proyectó hacia un camino de experimentación con las formas generativas desde el cual cada uno logró imprimir una impronta particular a su poética.