Nota publicada online
Patricia Rizzo. Curadora y editora. Coleccionista. Su cuerpo de obra se conforma dentro del arte contemporáneo argentino, con una mirada lúcida a la hora de detectar jóvenes talentos. Un modelo a seguir.
Desde Arte Online conversamos con ella sobre sus inicios en el coleccionismo, sus proyectos y las nuevas vivencias estéticas.
¿Cómo nació el encuentro con el arte, cómo nace tu coleccionismo? ¿Cuándo adquiriste tu primera obra?
- No recuerdo como nació, no recuerdo un “primer” acercamiento al arte, desde chica me interesó, en principio fue un interés más disperso, desde la curiosidad y el asombro por quienes tienen el impulso y la vocación creativa. Más tarde esos intereses se mantuvieron y con el tiempo se convirtieron en mi profesión… sigo siendo curiosa y me sigue asombrando todo lo relacionado a la gestación de una obra, siempre quiero saber cómo comenzó, cómo la pensó su autor, si imaginó primero el formato o el tema, si tenía el concepto y si la imagen era una idea o fue apareciendo después… los detalles que hacen a las formas que tiene cada artista, si es única o parte de una serie, etc. Compré mi primera obra en la galería Ruth Benzacar a mediados de los años ´90; trabajaba allí en ese momento y la fui pagando de a poco, fue un Alfredo Londaibere.
¿Qué es ser coleccionista?
- Ser coleccionista es varias cosas. En principio se colecciona y se acopian cosas que a uno le interesan, como en general hacen los chicos. A veces con el tiempo eso se mantiene, nunca pensé que iba a ser coleccionista de arte, no en esos términos, se fue dando. Hay que tener un interés genuino porque en el caso de las obras de arte no se trata sólo de disfrutarlas y tenerlas sino de ser conciente de que hay una responsabilidad sobre su manejo, cuidado y conservación. Pueden ser requeridas para alguna exhibición en algún momento, representan el pensamiento de un momento o período del artista. Es un coleccionismo que tiene responsabilidades especiales.
Sobre tu colección. ¿se va conformando con algún criterio en particular?
- Después de alrededor de 25 años desde que decidí comprar mi primera obra, puedo decir que no sé si hubo un criterio preponderante o más bien, mi conclusión es que mis criterios han ido cambiando. Siempre han sido piezas que por distintas razones me llamaron la atención, muchas fueron por impulso, porque me gustaron especialmente o a veces en relación al interés especial sobre un artista que fui siguiendo a través del tiempo y después encontré aquella obra que pensé dentro de su producción, que esa podía ser para mí. Pero no siempre es así, hay una parte poco explicable porque también sucede que hay artistas que me interesan mucho pero que no tengo obras suyas porque nunca sucedió que una pieza en especial me generara el deseo de tenerla y también casos de artistas que ni siquiera conocía y que en cambio alguna de sus obras por alguna razón me enamoró y entonces la quise. Si está en mis posibilidades, trato entonces de comprarla. No suelo por ejemplo pensar en “quiero tener una obra de tal…” sino que más bien voy mirando y encontrando. Hay otros que quisiera y no llego, están fuera de mi alcance presupuestario. Por supuesto hay muchos artistas que me interesan, que me gustan sus obras y a los que sigo pero luego no necesariamente ese interés se traduce en la adquisición de una obra. Es complejo. Después hay un instante al que llamo “momento de poner paños fríos” en el que me pregunto si está bien que esa obra sea para mí o mejor no porque tal vez no voy a poder exhibirla convenientemente, por su tamaño o por sus condiciones de conservación, o por lo que sea. También si querré convivir con ella… ese tipo de preguntas. Muchos criterios confluyen a la vez y a veces cambian con el tipo de obra o artista.
El tiempo deja más claro los propios intereses, pero creo que tengo una colección ecléctica. Tiendo a buscar y ver obras muy contemporáneas, me gusta saber “lo que está pasando ahora”. Por la curaduría de los concursos que hice durante 15 años en Proyecto A, -un proyecto que tiene la intención de impulsar y apoyar artistas emergentes-, era natural estar al tanto, se presentaban a través de un concurso anual y después independientemente de las exhibiciones iba siguiendo sus trayectorias. Me resulta más interesante trabajar con esos artistas que se están iniciando que pensar curadurías con obras que han sido muy investigadas y mostradas, el semillero iniciático me gusta y en medio del armado de las muestras hemos comprado obras para la colección de Proyecto A,que es una colección compartida, y también he comprado para mí. Ese interés se mantiene, miro con mucha atención lo que me llega y que va surgiendo pero me di cuenta que últimamente me cuesta más. Lo pienso más, tengo muchas obras que me gustan y no puedo exhibirlas todas así que la decisión de seguir sumando es más meditada. Son ya casi 300 contando todo, entre piezas de más importancia y también algunas cosas de mediano o pequeño formato. Más las obras que compartimos… no me gusta tampoco comprar para guardar. Hay que inventariarlas, tener un control de dónde está cada una, si le hace falta algo en especial, enmarcarlas, o restaurarlas. No sé qué decir sobre que tiene que tener una obra para ingresar a mi colección, actualmente tengo que estar muy convencida por el tipo de responsabilidades que tenerla genera, como ya comenté. Guardar un tiempo está bien, pero si va a estar guardada por ahí mejor que llegue a otra persona o institución. Las obras creo encuentran su lugar, su destino. Es lindo compartirlas. No me gustan las colecciones muy cerradas que hacen que algunas obras se “momifiquen” y que queden sólo para el gusto y disfrute personal de sus dueños. No comparto esa idea.
¿Nos compartirías alguna de tus primeras adquisiciones, una de las más emotivas para vos y las últimas?
- La primera fue una obra de Alfredo Londaibere en Ruth Benzacar, que ya comenté. Pasan los años y cada vez me gusta más, la amo. Ahora está en préstamo en el Museo de Arte Moderno y aunque la exhibición de Londaibere terminó por la pandemia todavía no se hicieron las devoluciones, ya la extraño un montón. Las últimas, no son sólo mías, forman parte de algunas piezas que compramos junto a mi pareja. Él tiene su colección y yo la mía y realmente son colecciones diferentes, pero desde hace unos años vivimos juntos y claro, colgamos en casa cosas de los dos y también tenemos algunas piezas que compartimos, como las últimas. Compramos obras cuando se hizo la última arteBA y fue raro elegir online… pero queríamos apoyar en esta coyuntura tan extraña. Finalmente elegimos dos obras, una de Antonella Agesta de Galería Selva Negra y una de Agustín Sirai que se mostró en la plataforma de Miranda Bosch y lo que pasó es que ambas nos habían atraído en común. Nos gustaron otras también pero no habíamos coincidido. Y hace sólo unos días le compramos dos obras a Fran Stella, un artista joven que conocemos y del que yo tenía obra anterior. Esas llegaron a través de un PDF que el artista nos envió y que armó personalmente, eligiendo algunas piezas para hacer una propuesta en el contexto de la pandemia. También elegimos las dos obras en las que coincidimos.
¿Redescubriste alguna obra en este encierro?
- Ninguna! Les estoy bastante encima no “redescubrí”.
¿Cómo adquirís obra: en galerías, ferias, remates, y/o contacto directo con el artista?
- Que impresión! me doy cuenta que he comprado en todas esas variantes…
¿Qué te sucede con la vivencia estética hoy?
- No sé qué estrategias se pueden seguir, no me parece imposible comprar online pero es cierto que es más fácil si uno conoce a los artistas. Me gusta conocer al artista e ir al taller pero no necesariamente eso define una eventual compra.
¿Hace falta ser millonario para ser coleccionista?
-Nooooo, compré mi primera obra siendo secretaria! pero me imagino que sería mucho más fácli. Colecciono en la medida de mis posibilidades. Me gustaría tener un Remedios Varo por ejemplo, pero no puedo porque no soy millonaria. Fuera de mi alcance…
¿Qué recomiendas para nuevos coleccionistas?
- Ojalá haya muchos más pero también pienso que coleccionar arte no es para todos. Les recomiendo que se animen, que piensen en el disfrute de tener una pieza si les gustó y también les recomiendo que miren mucho. El mejor consejero es un ojo entrenado con el tiempo.