MIRANDA BOSCH GALLERY
Montevideo 1723 - Recoleta
Guiado por su magnetismo animal, el naturalista se funde en el territorio. El sol alto marca su frente, enceguece su mirada, calcina la hoja, enciende la piedra que toca y el mar se aplana ante el peso de su luz.
Caminar así desnudo por el territorio, absorberlo e imprimirlo en el cuerpo. Fundirse en él sin narrativa previa, en silencio, solitario, salvaje, aquietando la voz interior, he ahí un posible camino a la comprensión emocional de la naturaleza de lo diferente.
Antes del paisaje, la percepción del territorio previa a toda racionalización u amoldamiento estético o semántico. Piedra, vegetal y agua, trazas azarosas de un encuentro anudado por la estela gaseosa del humo de un vela encendida a orillas del prístino mar mediterráneo del Golfo de Saint Tropez, saturado de historias y sentidos que enmudecen tal vez su más bella esencia natural de lo simple, frágil y de lo sin tiempo.
Pablo La Padula, verano del 2021.*
Sobre la exhibición Antes del paisaje. Esta selección de obras es parte de un proyecto de cartografía artística y de ciencia expandida sobre territorios naturales inmaculados. Hace uso activo para ello de la captura intuitiva de elementos salvajes, como ser el fuego, la flora, fauna y la geología de cada lugar. Se presenta en Miranda Bosch parte del trabajo de campo realizado en los Alpes Marítimos del Golfo de Saint Tropez, Cote D´Azur, Francia en el verano del 2019.
*Inmersa en el paisaje
Hay una presencia en la obra de Lapadula que sobrevuela su producción, muchas veces ignorada. Entrecerrando los ojos, en los paisajes aparecen arquitecturas. Se construyen en medio del humo y se figuran épicas, dispuestas a manifestarse frente al espectador atento que las observe. “Antes del paisaje” es parte de un trabajo de campo realizado en los Alpes Marítimos del Golfo de Saint Tropez, Cote D´Azur, Francia en el verano del 2019. Allí Lapadula dio con tres elementos que funcionan como ejes en esta exposición: un herbario cuidadosamente seleccionado y estudiado, una reunión de rocas que luego interviene y una serie de ruinas romanas escondidas por el mar. Los “humos” del artista fueron persuadidos por estas figuras enigmáticas y dieron en la clave de un clima metafísico.
Como diría Odilon Redon, aquí vemos la lógica de lo visible al servicio de lo invisible. En esta serie de obras se vuelve evidente el plano metafísico de su trabajo, aunque siempre estuvo presente. ¿Es paradójico o complementario pensar a un científico metafísico? Mientras investiga las posibilidades y limitaciones del humo como herramienta artística, se pregunta por lo que hay más allá de la física, y plantea en el espacio de una hoja en blanco sus dudas sobre la existencia y aquello que no está probado empíricamente.
Fluctuando entre ciencia y espíritu, en la sala se despliega un damero de herbarios acompañado por escenarios vertiginosos y coloridos. Las rocas, esculturas naturales que el artista transforma en instalación, son guardianas de este paisaje inescrutable en el cual me encuentro inmersa.
Clara Ríos, marzo 2021