Usina del arte
Agustín R. Caffarena 29, La Boca.
Un gran manto de apariencia extraña se impone suspendido en el foyer de la Usina. Andrea Moccio trabaja el papel, un material básico de su formación de grabadora, pero lo aleja del plano para producir retículas monocromas expansivas, volúmenes que conforman una trama de entrañas de guirnaldas sumergiéndonos en sensaciones ambiguas.
Exuvia
El título alude al proceso por el cual algunas especies se despojan de una piel o cutícula externa, renovando sus ciclos vitales. Andrea Moccio trabaja el papel, un material básico de su formación de grabadora, pero lo aleja del plano para producir retículas que se expanden y multiplican como volúmenes blandos de apariencia orgánica. La fragilidad de este material del que están hechas las guirnaldas, se refuerza en una colaboración virtuosa por medio de agrupamientos que mantienen la trama o se contraen logrando una apariencia única que modifica el esquema original.
Casi un muro, formidable manto blando y monocromo que pende desde un lugar fijo, la obra de Andrea guarda relación con esa piel que señala un resto del mundo animal. Contiene la misma analogía que presenta el devenir de la vida como un tránsito que no se interrumpe ni se abandona y se transforma a pesar de su degradación. La luz cenital sumado al recorrido de escalinatas y balcones del foyer permiten entrever las transparencias o las densidades del tejido, partes de un plan que descansa en una estructura de sostén posibilitando una actividad sutil en constante interacción con el espacio y el espectador.
Una metáfora del tiempo que descansa en un material noble con una plasticidad única.
Pilar Altilio