Nota publicada online
Lo que sea, pero de amor, es un proyecto multidisciplinario la artista presenta en la Galería Pasaje 865, hasta el 1ro de diciembre y que reúne un conjunto de relieves, esculturas y assamblages, amplificando este repertorio afectivo mayor donde se entraman fotos, epístolas, citas, canciones, recorridos, marcas y fragmentos.
Valeria Budasoff escribe historias de amor que quedan plasmadas dentro de la superficie del mármol, porque Valeria también es diseñadora industrial y escultora; el material con el que se expresa es el mármol.
Sus cartas, como ella las llama, están llenas de emoción, de cadencias y velocidades. Cartas que ella talla amorosamente. Una tarea que le lleva meses. Parte de una placa de mármol que dibuja con lápiz o tiza y, con el disco de diamante, trabaja el espacio de luces y sombras, para luego desbastar con gradinas, un camino que no tiene retorno porque, “una vez que sacaste la materia, no hay vuelta atrás.” Su manera de trabajar es ir directo a la materia, metiéndose en la obra, entrar con las escofinas, raspando, puliendo y modelando como si el mármol fuera arcilla. Finalmente, horas de lijas de distinta graduación dan por resultado esa superficie acariciable que relata cada una de sus historias de amor.
Y es que cada una de sus cartas tienen un secreto y un destinatario; hablan de los distintos tipos de amor: amor de amantes, amor profundo de amigo, amor pasajero y el amor a quienes le enseñaron -Buda, su padre; Norbert, un guía y Raquel Fliess, su maestra en el arte de la escultura.
Como afirma Karina Maddonni, curadora de la muestra en el texto de sala, “Valeria ha asumido riesgos estéticos, técnicos y materiales, permitiéndole al Amor que la arrase, que inunde su taller, que impregne la materia y la tarea.” La carta es ese formato perfecto para decir el amor, y es la clave de aproximación al conjunto de las obras que la artista reúne por primera vez en el espacio de la galería de San Telmo.
Las obras, estratégicamente suspendidas en el espacio de la galería, permiten que la luz recorra sus huellas, penetre sus entrelíneas y escriba nuevos versos entre sus proyecciones. Así, se convierten en mundos íntimos en los que juegan las luces y las sombras mientras el espectador va descubriendo sus propias y dormidas historias de amor.
Valeria Budasoff se cuestiona también las desigualdades de la humanidad y lo expresa de la mejor manera que un artista lo sabe hacer: sacando del material elegido la belleza escondida en su interior. Se trata de una obra sensible, tallada sobre un material eterno, duro y frío que le da perdurabilidad y potencia, rescatando el amor en tiempos difíciles de nuestra humanidad.