Nota publicada online
El ritual, el lenguaje y la energía son los conceptos clave de “Signar la complejidad”, exposición virtual de Pabellón de Bellas Artes UCA que puede visitarse hasta el mes de septiembre y que incluye obras realizadas a partir del genoma del Covid.
“Signar la complejidad” constituye la tercera de una serie de muestras virtuales realizadas en conjunto entre Pabellón de Bellas Artes UCA y Espacio Pla. Con curaduría de Merlina Rañi, esta nueva edición cuenta con las obras de tres artistas: Renee Carmichael, Elisa Balmaceda y Diego Alberti.
En la contemporaneidad, la complejidad se convirtió en un área del conocimiento sumamente amplia, en constante construcción y crecimiento. Es un tema abordado por todo tipo de disciplinas, ya sea como ciencia, investigando la dinámica no lineal en diversos sistemas, como método de pensamiento que escape al dogma y se aproxime al aprendizaje relacional, y como cosmovisión, en tanto la elaboración de una nueva mirada del mundo.
En este concepto se basan los principios fundamentales de los sistemas complejos físicos, computacionales, biológicos y sociales que subyacen a muchos de los problemas que enfrenta la sociedad, y en él se configura la obra de los tres artistas que forman parte de esta exhibición.
Al ingresar, un diagrama se despliega. La entrada a la muestra depende de la selección del usuario, ante un listado de tópicos por los que es posible navegar en una hoja de ruta basada en sistemas complejos. Los principales ejes son la experiencia en función de la Energía y la Magnitud, el vínculo entre el Ritual y el Lenguaje, y la Extinción de la Experiencia.
Elisa Balmaceda establece una cartografía de relaciones a través de un mapa que da acceso a casos reales, vinculados al extractivismo y las lógicas colonialistas en lo referente al futuro de la energía. En diversos países latinoamericanos, la búsqueda de rédito económico arrasa con grandes extensiones naturales, generando la destrucción de paisajes a partir de la actividad humana. No obstante, también da lugar a nuevas formas de ocupación del territorio impensadas, inducidas por los instintos de protección.
La serie de performances de Renee Carmichael, My feeling of the blockchain is, propone un abordaje al blockchain, un mecanismo inmaterial compuesto por cadenas de bloques con información que devienen incorruptibles. Pero su aproximación resulta física y sensible. Los números de identificación y de transacción del bloque se convierten en una coreografía que reinterpreta estas cifras otorgándole forma corpórea. Renee aparece rodeada por letras ilegibles que se sobreponen y números que transmutan en una danza, y que luego crearán una NFT llamada Moving difficuly.
Diego Alberti trabaja desde tres perspectivas distintas pero relacionadas a partir de la estética de los datos, pensándolos cibernéticamente, pero también desde la belleza que los mismos son capaces de generar y contener. En "Data" cruza la secuencia del genoma del covid con un input de aleatoriedad de la pc de quien ve la muestra y ejecuta el programa. Involucra así la aleatoriedad en el proceso. Se trata de una obra generativa, que el incluir datos de la computadora desde la cual accede el visitante, cada vez que se abre produce una imagen irrepetible.
La diversidad parece primar sobre estas producciones. Pero detrás de todo, se esconde siempre el lenguaje y los signos que lo componen: detrás de nuestro espacio ritual y digital, de las imágenes, de los nuevos formatos que adquieren las obras de arte, de nuestros videos y nuestra información; todo se sostiene en el lenguaje.
En los trabajos de Alberti, códigos alfanuméricos se configuran en paisajes, donde se convierten en campos de color irrepetibles, que al superponerse generan climas muy diversos. Letras y números dan lugar a piezas de abstraccionismo geométrico en acción y movimiento constante.
Balmaceda filma a una intelectual de la comunidad aymara, que se lamenta de la pérdida de riqueza y complejidad en el lenguaje, el cual sólo recupera sus dimensiones y sus múltiples capas de sentido a través de la experiencia del ritual. De lo contrario, se vuelve cada vez más llano, más literal, asevera. Hay un equilibrio en el universo, mientras la complejidad se asume creciente en algunos campos, en otro decrece.
En el mundo digital en el que vivimos inmersos desde hace años y en que la pandemia nos incrustó aún más -el mismo entorno en el que se desarrolla esta exposición-, los caracteres se convirtieron en piezas mutables y transitorias, una materia prima para ser manipulada, transformada, embellecida o desechada, todo con la misma facilidad. En estas coyunturas complejas, como señala Kenneth Goldsmith, el lenguaje sólo conoce la agitación.