Nota publicada online
A partir de la implementación del aislamiento social preventivo, la esfera del arte ha ido tomando otras formas de comunicar y participar. Frente a este panorama, proponemos hoy enfocarnos en el futuro de los museos a partir de las reflexiones de un grupo de expertos calificados en la región.
Mientras sentimos que el mundo se ha puesto en pausa y vemos cómo adecuamos nuestro trabajo hay una gran parte del tiempo que se destina a lecturas y participaciones en foros donde, verdaderos especialistas en los temas que atañen la esfera del arte, comparten las posibilidades que nuestra creatividad puede darnos, tanto en el presente como en el futuro cercano. La semana pasada, hubo cuatro encuentros programados desde la Cátedra Internacional Inés Amor en Gestión Cultural de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), el sábado fue el streaming del encuentro que propuso de BIENALSUR (UNTREF), en la misma dirección que el canal de YouTube del Museo de Arte Moderno (MAMBA).
En el primer caso, cada sesión contaba con un temario diferente, todos muy interesantes, pero a los fines de este artículo hay dos más pertinentes. En el segundo caso, se proponía ‘Pensar futuros posibles’ con referentes indiscutidos dialogando en Zoom que resultó ser muy enriquecedor y puede explorarse en el canal de YouTube de Bienalsur
En el tercero, se trata de una conversación muy iluminada entre la directora del museo, Victoria Noorthoorn y Américo Castilla, referente nacional de competencia precisa en el tema museos en el canal You Tube del MAMBA
Siendo una de las cuestiones que nos ocupan ahora mismo con las circunstancias del aislamiento y el uso de nuestro tiempo, interesa la argumentación de Elena Paz (candidata a Doctor en Ocio y Potencial Humano por la Universidad de Deusto en Bilbao, España) quien especificó las diferencias entre tiempo libre y ocio. Según Elena, muchas veces se confunde el tiempo libre con el ocio y estos no son símiles. Ya que la experiencia del ocio potencia algo humano y es autotélica, es decir que se hace involucrándose, disfrutando de la experiencia con alto nivel de concentración y en forma consciente. Como hemos sido educados para el trabajo, gestionamos tareas y nos cuesta identificar que el ocio, si bien puede ser positivo o negativo en cuanto a qué dirección le demos, puede entretenernos en una vivencia muy positiva que potencie nuestros valores humanistas. ¿Por qué ponerlo en primer término? Porque todos los especialistas de museos han identificado nuestro potencial creativo como parte sustancial para lograr encontrar un rumbo a este total desmoronamiento de las estructuras conocidas en cuanto a vivenciar la cultura a los que estábamos acostumbrados. De hecho, en la tercera sesión con la cátedra el tema era: Nuestros museos ¿ya nunca serán lo mismo?, y en la conversación entre Selma Holo, Dolores Beistegui, Silvia Singer y Amanda de la Garza, se destaca Silvia Singer (Museóloga, Directora General y fundadora del MIDE, el Museo Interactivo de Economía en México) quien dejó una frase iluminada: "los museos somos espacios seguros para estas discusiones difíciles. Es que pasar de lo cuantitativo de medir las audiencias presenciales para poder negociar financiamiento, a crear otra cercanía y comunidad, construyendo conexiones tanto entre los equipos del museo para que funcionen horizontalmente de manera colaborativa con las nuevas audiencias, en este tiempo en que las exposiciones están en impasse, es uno de los mayores desafíos que enfrentan las instituciones."
Lo mismo se trasmitió en el encuentro de Bienalsur. Tanto María Willis, quien preside el departamento de Museos del Banco de la República de Colombia como Manolo Borja, a cargo del Reina Sofía de España, coinciden en que este punto en donde los museos están cerrados al público, pero no parados porque hay una nueva normalidad telecomunicada, la experiencia de vivenciar el museo se ha vuelto una nueva convivencia tanto conceptual como espacial. Pero el tema es qué es lo que ha dado lugar a este parate que ha impedido que sigamos como si nada sucediera, cuando sentíamos un malestar indefinido por ese juego imparable donde si te apartabas ‘la cinta de producción te cortaba la mano’ como sostuvo Borja tan claramente. Ticio Escobar, actualmente ministro de cultura de Paraguay, señaló que con esta pandemia global colapsó el sistema convencional de ferias, museos, foros que no contribuían a destacar las inequidades e injusticias del mundo que los artistas más destacados han podido comprobar en sus agendas pobladas de viajes y traslados. Se hace necesario identificar otros modelos culturales donde tal vez las comunidades pequeñas o los llamados museos de sitio puedan colaborar a repensar las grandes instituciones. Como sostuvo Voluspa Jarpa, artista chilena en este mismo foro, ‘el mundo anterior a la pandemia no nos gustaba tanto’ y ‘necesitamos salir de una modernidad llena de zonas de sacrificio’ que involucran tanto a personas como especies animales amenazadas, o minorías invisibilizadas por el imparable ejercicio del capitalismo acrítico. En el mismo sentido el artista argentino Eduardo Basualdo, postuló que tal vez ‘estábamos muy expuestos al mercado y debamos preguntarnos cuál va a ser nuestra manera de producir’.
En la conversación entre Castilla y Noorthoorn hay el mismo hilo de ideas. Américo propuso volver a nombrar la cultura y salir del concepto que sostuvo Ticio Escobar en un encuentro de los que promueve la Fundación TyPA, de ‘dejar el rancio templo de las musas de los museos tradicionales’ y pasar a una escala humana de los museos. ¿Cómo? Dejando de pensar las obras como evidencias materiales que van acompañadas de una reducción de sus complejidades escritas en pequeñas cartelas que limitan el significado de las obras, para potenciar la sensibilidad, generar curiosidad por el proceso, por una construcción de saberes más colaborativo. Con su pensamiento tan lúcido, Castilla cita a Bruno Latour que propone que ‘si una micronésima partícula de saliva que infecta al mundo provoca el colapso del capitalismo’ hay que pensar cuáles serán los ‘gestos barrera’ para que el viejo sistema antiecológico y cuantitativo no se rehaga.