Nota publicada online
Obras recientes de la artista marplatense se exhiben en la galería porteña Un Gallery con curaduría de Verónica Flom
Inés Raiteri(Mar del Plata, 1963) fue seleccionada para la Beca Kuitca allá por los principios de los 2000, cuando terminaba el año hacían un estudio abierto que convocaba al público interesado. Se creaba mucha expectativa, la atmósfera era de descubrimientos, en ese momento los artistas en boga metían las manos en el barro, intervenían sus espacios de trabajo con una estética trash, la gran novedad eran los grupos de artistas. Inés era una estrella apartada en esa constelación de novedades, exhibía sus pinturas geométricas depuradas, punto y línea sobre el plano. Ella sigue siendo fiel a sí misma. En esta nueva exhibición en Un Gallery lo que vemos es lo que es, una artista que al paso de los años se apoya en el lenguaje propio del arte para contar su historia.
Textos textiles se llama la exhibición, curada por Verónica Flom, en donde muestra sus últimas creaciones que bordó durante una cuarentena extendida. En Mar del Plata o en el campo, la artista volvió a usar los hilos como intermediarios. Cuenta que en su familia eran seis tías mujeres que bordaban y le enseñaron como hacerlo. Claro que los bordados de las tías eran impecables, así era antes, se pasaba el conocimiento de generación en generación. Lo que le interesa a la artista es justamente este pasaje, el pasaje del aprendizaje a partir del encuentro, la reunión de mujeres que hablan sobre distintos temas mientras bordan o tejen o realizan alguna labor. No lo toma desde una perspectiva de género en donde se encasilla a la mujer a las labores domésticas y a los hombres afuera del hogar, no pone el énfasis en el agobio, la opresión o la rigidez de una educación, más bien en el gozo del hacer y la transmisión. Quizás no eran mujeres que habían terminado el ciclo escolar pero utilizaban el cálculo para poder realizar esos bordados, la inteligencia lógico-matemática está presente en los patrones que se repiten de las puntillas por ejemplo. Hay en la muestra algunas piezas heredadas que la artista interviene desde lo contemporáneo, se ve la perfección de las flores de las tías en contraste con las flores actuales. “Me interesa que se vea lo no perfecto” dice Raiteri sobre estas piezas pequeñas como pañuelos.
Las obras más grandes son deslumbrantes y tienen un procedimiento distinto, Raiteri delimita los espacios en grandes puntadas de hilo de color que comparten una paleta. Los hilos satinados brillan en contraste con los opacos, las líneas no son tan rectas y se convierten en curvas. No hay un dibujo previo, explica la artista, no es el procedimiento típico de los tapices. “Creo que uso el hilo como si pintara” cuenta, y en este proceso no sabe nunca como va a terminar aunque cueste creerlo porque formalmente son perfectos y el uso del color es refinadísimo. Son paisajes abstractos de sus lugares en el mundo: Mar del Plata, Mechongué, Miramar. Así como explora los distintos formatos, grandes y pequeños, una de las obras es una alfombra. La alfombra que está en el centro está basada en una pequeña obra que fue llevada por Vanina Mizrahi a una escala mayor y tejida en el exterior.
Al final de las salas “Diario de la pandemia” funciona en un registro totalmente opuesto a estas obras bordadas en su totalidad. Son lienzos como blocks de dibujo en donde la artista apunta sus impresiones en el campo, una abeja que vuela, una flor, una hoja. Una manera de anotar el transcurrir de un tiempo sin límite, la manualidad como forma de meditación. Toda la exhibición es una manera de exorcizar la angustia que provoca un mundo detenido por la enfermedad, un orden que ya no está y un mañana incierto a partir de algo tan sencillo como un gesto que se repite pero que crea sentido. Podemos encontrar reminiscencias de las vanguardias, planos de gradación de color como los artistas rusos de principios de siglo XX, los círculos de Sonia Delaunay, lo que hace Inés Raiteri es justamente subirse a la tradición textil para resignificarla.