Nota publicada online
“Bravaria” es la primera exposición individual de Sofía Torres Kosiba (Córdoba, 1974) en un museo de nuestra ciudad. Bajo la curaduría de Raúl Flores se enmarca en el programa de Proyectos Especiales del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires que se inició en septiembre de 2022.
Sofía Torres Kosiba es una artista transdisciplinar, curadora independiente, investigadora y docente de postgrado en la Universidad Nacional de Córdoba. Concibe su práctica artística desde una perspectiva abarcadora donde materiales, disciplinas y saberes heterogéneos se amalgaman en forma continua. Instalación y performance, escultura y dibujo, video y canto, mitología popular y pensamiento contemporáneo forman parte de una poética que no reconoce inhibiciones. Ella nada deja que se pierda, todo lo transforma.
Sonidos de aves, formas excesivas, sombras inquietantes y figuras de una ambigüedad notoria se despliegan por el espacio de la sala del MAMBA que aloja a Bravaria, creando una atmósfera enigmática y avasallante que le exige al espectador tomar seriamente en consideración el ritmo del recorrido para poder alcanzar una apreciación ajustada y reflexiva de lo que se encuentra expuesto.
En el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba se encuentra un túnel al que se conoce como La Cueva del Oso. Antigua zona roja, sobre su historia ha recaído la marca de lo prohibido, de lo clandestino y, en consecuencia, ésta ha sido también fuente de misterio y atractivo para la artista y sus amigos quienes la solían frecuentar para sus juegos durante su niñez y adolescencia.
El parque, en tanto territorio susceptible de fantasías y tempranas transgresiones, en esta exposición se actualiza y reinterpreta en una video performance, al tiempo que constituye el hogar solitario de La mujer pájaro. Aquí es posible descubrir las maravillosas dotes de esta artista cordobesa para imitar el canto de los seres alados e interactuar con ellos. Sin embargo, en su recorrido se llegan a atisbar a la lejanía los edificios de la ciudad, por lo que entendemos que este trayecto se trata de un espacio límite donde conviven la reminiscencia tardía de los cuentos infantiles junto a las acechanzas de la vida metropolitana.
En este país ficcional que es Bravaria hay, asimismo, otras criaturas que pueblan un extenso archipiélago de tintas. Son pájaros u otros animales con rasgos antropomórficos en los cuales prevalece lo femenino. Constituyéndose como motivo recurrente, al contrario de las demás obras exhibidas, éstas contrastan por su síntesis gestual.
Lo quimérico, lo monstruoso exuberante, aquello que nos inspira una sonrisa desangelada, son las características más relevantes de las esculturas que completan la exposición. Sus fisonomías podríamos interpretarlas como metamórficas, inciertas, a medio camino entre dos mundos. A veces grotescas, a veces sexuales, están realizadas con cemento, goma espuma y hierro: materiales que podrían haber tenido destino de descarte y que aquí conforman nuevos estratos de significación.
Sabemos que los restos no poseen una relación de sinonimia con los desechos. Lo que define a los primeros como tales es que no restan, no descansan, no tienen paz. Guardan para sí una perseverancia capaz de abrir fisuras en el presente y hasta están calificados para intranquilizar cuando retornan al amparo de expresiones artísticas como las que presenta Sofía Torres Kosiba.