Nota publicada online
La obra de Teresa Pereda se caracteriza por algunos intereses recurrentes: la tierra, las travesías, los ritos, la diversidad social. Estos elementos dan vida a una labor incansable de búsqueda de las raíces culturales de nuestro continente, que cristaliza en piezas de admirable poesía.
Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada.
“En este tiempo de cuarentena noto que algo le sucede al tiempo. Y esto me pone fuera de mí misma. Me persigue la certeza de que no hay tiempo que perder… sin embargo llevo dos semanas enmodo stop. Hoy, lo más importante de mi mañana fue lavar uno a uno los tomates, la fruta y los envases que ingresé a mi casa, incluso yo misma. Me sostiene un tiempo básico… leo diarios por internet, asumo un cambio en el ritmo de la historia.
Extraño el taller… El silencio pareciera estar ocupando un espacio mayor. ¿Donde encuentro el momento para crear? Ayer llovía, recogí tierra de una maceta, molí unos carbones de la chimenea y mientras una garúa triste me lavaba los brazos, dispuse el polvo sobre una tela que encontré en un cajón. Las gotas escurrieron despacio y colaboraron solidarias con mi trabajo. Lentas, hasta el borde de la tela, para reanudar un ciclo de inexplicable dolor…
Me sostiene la convicción de que entre todos podamos resurgir. Y en el mientras tanto intento encontrar una estrategia para sobrevivir a la quietud, propongo darme un permiso para meditar día tras día y celebro este tiempo solidario que me exige pensar, amar y frecuentar la belleza de lo breve.”
Teresa Pereda
Marzo, 2020
Teresa Pereda
Sus imágenes aluviales
por Lucas Beccar
La obra de Teresa Pereda no podría ser pensada sin considerar un hacer relacional, una raíz espiritual y una estética propia entroncada en el mundo indígena. La constante en su trabajo está marcada por una dinámica vinculante, al poner en contacto elementos esenciales; puntos geográficos, a partir del trazado de itinerarios; y personas, en el intercambio de tierras, en los gestos de entregar y restituir.
Su operatoria parte de la intuición y la observación. Se pregunta, ahonda e investiga; busca develar aquello que nos mira y nos dice secreta y silenciosamente. Ahonda en los elementos agua y tierra en el interior mismo de las imágenes. Nos cuenta de lo elemental y lo esencial de la materia que hace al hombre. Tierra y agua, partículas de una cosmogonía eterna.
¿Cómo es tu experiencia física con los materiales agua y tierra?
Mi instrumental es muy simple: propicio sobre el papel ciertas condiciones que viabilizan las leyes físicas y geológicas y dan inicio a las dinámicas naturales de agua y tierra. En consecuencia,energía, materia,tiempo y espacio interaccionanentre sí y hacen visible el comportamiento de la naturaleza.
Mientras mantengo el papel entre mis manos, la mezcla de agua y tierra presenta una marcha lenta, y a la vez, fluida, plena de accidentes, escurrimientos y decantaciones. A partir de esta operatoria, obtengo una superficie parda, un poco áspera, noble, permeable, tenebrosa, semejante al suelo mismo.
¿Cómo se manifiestan el agua y la tierra en el plano simbólico?
Soy consciente de que la tierra es material ritual, concentra memoria, me vincula a mis ancestros, a mi propia esencia de Hombre y Mujer. La tierra es materia de reunión, de identificación comunitaria, donde todos quedamos igualados.
El agua me sitúa en un nuevo espacio, donde mi propia piel puede extenderse, disolverse. Dejo que fluya. Hago posibles, en pequeña escala, desbordes, tsunamis, aluviones, maremotos, erupciones, remociones de masas. Mientras transita el papel, el agua agita minúsculas partículas. Carbones, tierras, polvo, burbujas que flotan, se desplazan, reposan… para luego decantar, lentamente, cuando la aquieto. Queda su huella opaca, abismal y enigmática. Perduran el sedimento y la pluralidad del tiempo geológico.
En los dibujos de agua que conforman esta serie, se hace visible una relación ineludible entre el arriba y el abajo. Es decir, ese paisaje que vemos en la superficie pero, además, aquel que está muy por debajo nuestro.
El agua y la tierra plasman sobre el papel un paisaje que no vemos en nuestro cotidiano existir. Incluso el subsuelo se hace presente, visible. Sobre el suelo recibimos viento, lluvia, humedad o escarcha. Debajo, el calor quieto y un silencio cursado por ríos que no percibimos con los ojos
Al leer los dibujos de arriba hacia abajo emergen las crestas y montículos de cerros y lomadas que constituyen nuestro horizonte visible. Bajando la mirada, interpreto que algunas zonas son aquellas por las cuales me puedo desplazar, y luego, hacia abajo, se presentan los canales que vinculan la superficie terrestre con acuíferos y napas subterráneas, o incluso chimeneas volcánicas que se conectan con el núcleo de la tierra. Estos paisajes me sorprenden por su similitud con las percepciones que suelo intuir.