Nota publicada online
Con el cuerpo como eje atravesado por el contexto social y los tiempos que transcurren, Martín Di Girolamo trabaja desde un proceso creativo que comienza en el detenimiento de una fotografía, trascendiendo esa planimetría y llevando las imágenes a esculturas que mantienen la espontaneidad y la expresividad de los momentos capturados. Y hoy más que nunca, con nuestros cuerpos en crisis, Di Girolamo lo hace visible en su último trabajo Get Out.
Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada
"Si me lo preguntas, personalmente, no hay nada en especial que disfrute de la cuarentena. Al vivir y trabajar en el mismo espacio mi vida cotidiana no se diferencia demasiado de la vida en cuarentena, con el agregado de que, en este caso, la cuarentena me sorprendió el mismo día que terminaba de montar GET OUT, y suele sucederme que, el post muestra, por lo menos durante los 30 días siguientes, estoy como suspendido en el tiempo, y suelo quedarme muy quieto, descansando, con lo cual, estoy muy en sintonía con este nuevo ritmo que nos impone el aislamiento.
De todas formas, pasadas las primeras semanas, empiezo a conectarme nuevamente con la producción. Ahora mismo estoy encarando una nueva forma de trabajar, incursionando con impresiones 3D bocetando una obra que va a tener cerca de 25 figuras, y esta tecnología me permite poder visualizar en 3 dimensiones de forma muy ajustada la obra que tengo en la cabeza.
Creo que esta pandemia donde la noción de tiempo y el manejo de los espacios se trastoca radicalmente nos obliga a pensar en alternativas frente a la posibilidad de que nada vuelva a ser como antes."
Martín Di Girolamo, Abril 2020
Un recorrido por su obra
"En los 90 con la ”muerte de las ideologías” y el “pensamiento único” sobrevino una especie de escepticismo y frivolidad muy asociado al placer inmediato, del aquí y ahora. Ese fue el momento en que empecé a trabajar alrededor de la imagen de mujeres. Estereotipos de belleza. Modelos y porn stars eran las protagonistas en una especie de galería de heroínas del Disney para adultos que es como veía a la pornografía. Al poco tiempo comencé a dejar atrás a esa imaginería de un mundo sin conflicto aparente y ya en el 2000 esas imágenes empezaron a cargarse de otra manera.
Primero “El Anhelo de Berenice”, una escultura en tamaño natural que representaba a una chica conurbano que limpiaba vidrios en los semáforos de Bs As. Luego la serie “Sola” donde las mujeres yacían solas con lágrimas en los ojos y el rímel corrido. Unos años después la serie Pathological Beauty daban cuenta de las estéticas de los cuerpos ligadas a la anorexia trabajando en el límite entre lo supuestamente bello y lo profundamente patológico como metáfora del consumo literal de los cuerpos.
Ya en 2013, necesite hacer un quiebre, deshacerme de esa etiqueta puesta por el medio, pero asumida hasta el momento por mi, y realice una muestra en el CCRecoleta absolutamente abstracta, donde las obras se generaban a partir de líneas de colores que formaban una trama compositiva cromática. El punto en esas obras es que esas tramas estaban pintadas sobre pinturas de las “Clásicas chicas” Di Girolamo. Fue la forma de liberarme y sepultar un esquema de trabajo del que no me resultaba fácil salir. Fue arriesgado, pero absolutamente liberador.
A partir de ese momento pudieron volver a encontrarse mi interés con la libertad de hacer lo que quisiera. Siguieron “Madre del conurbano” y después la escultura de un niño muerto en las costas del mediterráneo. Esa obra, monocroma, dio pie a una serie de esculturas que se organizaron en una especie de duplas antagónicas, que formaron parte de la muestra “Stage Diving” que mostré por primera vez en el museo Caraffa de Córdoba en 2017 y volví a mostrarla en el MNBA Neuquen en 2019. En una punta estaba un niño que se lanzó al mar buscando salvación al que finalmente nunca nadie rescato, y en la otra punta un Rock star lanzándose a su público desde el escenario siendo recibido y adorado por cientos de manos. Un hombre que se intervino el rostro con numerosas cirugías para parecerse a su villano favorito, mientras que en otro extremo se veía el retrato de una mujer afgana mutilada por su marido por haberse escapado de la casa. Un torso trabajado, musculoso exhibiendo sus marcados abdominales junto a un torso con un prominente abdomen levantándose la remera para mostrar las marcas de las heridas de bala de goma tras una represión." Martín Di Giirolamo