Nota publicada online
"Eduardo Longoni lleva toda una vida junto a la fotografía. Referente excluyente del fotoperiodismo argentino y autor de numerosos ensayos temáticamente diversos entre los cuales ilustró muchos de los acontecimientos de nuestra historia reciente, la cámara desde siempre ha sido su voz; la que le ha servido como herramienta para opinar, que utilizada en muchas ocasiones como instrumento punzante, se transformó en su lenguaje." Patricia Rizzo, Octubre 2018
Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada.
La imagen #QuedateEnCasa es una fotografía que tomó fuerza y sentido al instante en que fue publicada por el artista en las redes sociales, cada uno de los usuarios la adoptó como emblema ante la cuarentena y marcó tendencia en Twitter. "Si yo no me enfermo, no te contagio a vos, si vos no te enfermas no contagias a otros. Todos en casa, por favor!!! Quizá de una vez y para siempre aprendamos el significado de la palabra SOLIDARIDAD."
Eduardo Longoni, Abril 2020
Autorretrato con cosas inútiles:
"Cuando era un adolescente, allá lejos hace años, en otra vida, y estaba por salir a la calle, mi abuela Manuela me recordaba como una letanía. –Llevás plata, llaves, documentos, pañuelo? Y yo le contestaba con desgano sólo con una inclinación de cabeza. Hoy en esta vida de entrecasa , no tengo idea en que pantalón en desuso quedaron mis documentos, las llaves permanecen hace días colgadas de la cerradura, ya no se usan más pañuelos, de esos antiguos de tela, y nos vendrían bien para improvisar un barbijo. Y nuestras casas están llenas de cosas inútiles. Como esa valija estacionada en mi dormitorio. Me puse a pensar, nos invito a pensar, ¿cuántas cosas de uso cotidiano quedaron como piezas de museo en nuestra cuarentena?"
Eduardo Longoni, Abril 2020
Y vuelve a sorprender con otra imagen de la misma serie, desde su sensibilidad no sólo en la mirada sino en sus pensamientos:
Garabatos de un encierro
Tengo la vista clavada en la camisa que se balancea en el balcón del edificio de enfrente. Y la mente atribulada. Es el día quince de este encierro mundial. Hoy leí y viajé por el paisaje de unas islas suecas con el personaje de mi novela. Cuando la terminé abrí otras páginas y me encontré subiendo una cuesta en La Cumbrecita. Pero yo permanecí todo ese tiempo en el mismo sillón. Solo me aventuré a salir un momento por una calle desierta de mi barrio para comprar comida. Fui tenso por la mitad de la vereda como si transitara por una esquina de Aleppo y en cualquier momento pudieran dispararme. En el super vislumbré un deshilachado ejército armándose con botellas de lavandina. Me pregunto en silencio si tengo miedo. No logro resistir la tele prendida más de diez minutos. En los noticieros antes colgaban en la parte inferior de la pantalla los números de la quiniela vespertina, en épocas de crisis económicas el valor del dólar, el dólar blue y el riesgo país, ahora los infectados y los muertos de cada país. Números macabros. Cuantos muertos serían muchos? Cuántos muertos son pocos? Mientras tanto la camisa sigue bamboleándose en el balcón, la miro fijo, la veo oscura pero se me ocurre blanca, se asemeja a una bandera de rendición. Sin embargo los científicos no se rinden, leo nombres impronunciables de drogas que pueden salvarnos, hidroxicloroquina, ruxolitnib. Porqué tendrán esos nombres imposibles? No logro concentrarme en ningún proyecto. Me doy cuenta, o creo suponer, que la etimología de la palabra proyecto debe tener algo que ver con el futuro, y el futuro, por momentos, parece clausurado. De todos modos me propongo mañana empezar a trabajar en una idea que vengo postergando hace tiempo. Ya es de madrugada y por suerte el personaje del libro no se queda quieto. Va y viene por senderos de montaña en busca de algo que se me pierde porque lo único que me interesa es imaginarlo, imaginarme, al aire libre, en medio de la naturaleza, respirando sin miedo a ser atacado por un enemigo invisible. En algún momento sentí que el libro se deslizaba de mis manos, tengo un vago recuerdo de haber reclinado la cabeza sobre el almohadón. Ahora es de día, está nublado. Miro por la ventana y ya no está la camisa. No era una bandera de rendición, se estaba secando y su dueño deber estar rumbo a su oficina. Respiro aliviado, todo fue sólo una pesadilla. Yo también tengo que ir a trabajar. Se me hace tarde. Eduardo Longoni
Infancia Proyectada, otra mirada introspectiva
En el marco de la exposición realizada con fotografías contemporáneas pertenecientes a la serie Infancia proyectada en la cual desarrolla una la línea narrativa de carácter intimista y autobiográfico. El artista indaga sobre su vida/obra y sorprende presentándonos una reinterpretación con su mirada a través de la mirada de un otro, en este caso la de su madre: "Hacer fotos era una ceremonia familiar. Y detrás de aquella Kodak Fiesta siempre estaba mi mamá. Había que cuidar aquellos rollos que eran caros, y una vez terminados viajaban hasta los Estados Unidos para ser revelados. Al mes, con suerte, volvían con la leyendamade in USA en marquitos de cartón. (...)
Estuve semanas eligiendo las fotos que más me gustaban y las páginas borroneadas de mi primaria. Fueron días de encierro en mi casa. De proyectar una y otra vez las antiguas diapositivas sobre los cuadernos. Intentando que se complementaran. Fue divertido y emocionante. Me vi chiquito, con rulos rubios y cerca de mucha gente que ya no está. Me gusta después de tantos años de fotografiar los acontecimientos cotidianos haber vuelto la mirada hacia mis orígenes. Pero más me gusta pensar que estas fotos que resultaron tienen una doble mirada. La de mi mamá y la mía." Eduardo Longoni
Al respecto Patricia Rizzo -curadora de la muestra- escribió "Muchas veces ocurre que las imágenes se transforman en documentos y a lo largo de su vida profesional muchas de las propias se convirtieron en ello, revirtiendo el instante atrapado en testimonio icónico y significativo. Pienso que para Longoni -quién detesta hacer fotos familiares- en la tierna instancia de reencontrarse con las evidencias de sus acontecimientos de la niñez, debe haber sido celebratoria la comprobación de que entre los rollos y flashes de la ya mítica Kodak Fiestade formato cuadrado que utilizaba su madre, se iniciós u relación con la fotografía.
Esas imágenes intervenidas con fragmentos testimoniales de algunos de los cuadernos de su escolaridad primaria, lo conducen -y nos conducen- a otros tiempos. Las proyecciones superpuestas refuerzan el carácter introspectivo y retrospectivo que de alguna manera redimensionan todo el recorrido de imágenes.
Un artista que no cree serlo, estudiándose a sí mismo, agudizando su percepción hacia el pasado a través de la apropiación de imágenes que le son cercanas pero a la vez en el aspecto autoral, ajenas. La condición de apropiación crea la tensión subyacente de ser, como autor de la instalación, actor y espectador en simultáneo; el extrañamiento de haber sido en Infancia proyectadael actor, pero no quién disparó la cámara. Valoradas en sus propios términos, las fotografías expanden el concepto de “documento” pero no hay mirada nostálgica sino verificaciones y re-significación, desde adentro, desde afuera." Patricia Rizzo. Octubre 2018 (extracto texto curatorial)