Nota publicada online

martes 17 de marzo, 2020
Premios Trabucco en Fundación Klemm
Florencia Levy premiada en la disciplina Nuevos Soportes
por Marcela Costa Peuser y Vanesa Catellani
Florencia Levy con su obra "Lugar Fósil"
Florencia Levy con su obra "Lugar Fósil"

El Premio Trabucco, de carácter consagratorio, implementado en 1997, sucede al Premio Palanza otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes desde 1946. Se alternan en forma bienal las distintas disciplinas: dibujo y grabado, pintura, escultura y, desde 2014, a los Nuevos Soportes, como en esta oportunidad.

El pasado jueves 12 de marzo, fue una verdadera fiesta para los artistas, muy a pesar del Coronavirus. El sólo hecho de ser seleccionado para participar de esta premiación es una distinción en sí misma y, la obra ganadora, es donada a un museo argentino de juridicción, nacional, provincial o municipal. Así, los artistas seleccionados para esta categoría, Diego Alberti, Eugenia Calvo, Valeria Conte Mac Donell, Gabriela Golder, Rubén Grau, Pablo Lapadula, Florencia Levy, Cristina Piffer, Silvia Rivas y Juan Sorrentino, presentaron sus creaciones que “proponen lecturas diversas, a la vez que testimonian tendencias y constantes del arte de hoy de manera incontestable”, como afirma Graciela Taquini, una pionera en esta disciplina.

 

“Todas las obras eran premiables” aseguró Taquini durante la inauguración. Por unanimidad del jurado, el premio le correspondió a Florencia Levy por su obra “Lugar Fósil”, una impactante videoinstalación de conmocionante actualidad.

Testigo del mundo y artista viajera, Florencia Levy nos obliga a reflexionar sobre la cuestionable relación entre el hombre y su habitat.

Filmado en China en 2016, durante una residencia artística, “Lugar Fósil” construye una narración basada en distintos testimonios sobre fenómenos ambientales y económicos durante los últimos 40 años, en distintas ciudades de China. Indagaciones que le cobraron una detención de siete horas en manos de las autoridades chinas entendiendo que estaba realizando un trabajo periodístico sobre lo que el gobierno chino no quiere mostrar.

La instalación esta articulada como un documental con entrevistas a personas reales y en parte ficcionado desde un guión que propone la artista: “cuestiones cotidianas para vivir en un lugar que pareciera de ciencia ficción para nosotros. Cuentan que a veces no pueden salir a la calle, que la gente tose por la noche, que no se conocen con sus vecinos, pero se reconocen en esos sonidos nocturnos”.

 

Ubicadas estratégicamente en una esquina de la sala, las cuatro pantallas, nos meten de lleno en tema: bellísimas transparencias que remiten a brumas matutinas son, sin embargo, la prueba concreta de el terrible smog con el que tienen que convivir los habitantes de muchas ciudades; emisiones de gases efecto invernadero que afectan gravemente nuestro planeta.

Una ciudad fantasma, construida íntegramente para ser habitada por dos millones de personas, es inequívoca evidencia de la corrupción china: Tierras saqueadas a los mongoles hoy tomadas por viento, polvo y la nada.

 

TEASER_Lugar Fósil from Los Días Films on Vimeo.

Un dique artificial de 32 km es en realidad una gran cuna negra donde reposan los miles de millones de residuos tecnológicos, que alcanzan niveles de contaminación inauditos. Sucede que, muy cerca de este dique, se produce el 80% de los teléfonos inteligentes.

El género de la ciencia ficción nos lleva la delantera, pero nos estampa la realidad contra nuestras narices. El trabajo de Florencia Levy caló hondo, transcurrió entre el filo de lo real para devolvernos una poética del horror sobre lo que somos capaces de construir y lo mas desconcertante, de lo que somos capaces de ignorar intencionalmente. Merecido premio unánime para “Lugar fósil”.

En otra esquina de la sala, “Fortuna Material” de Eugenia Calvo indaga sobre la cotidianeidad: Un enorme ropero domina la escena, un mueble robusto pero descargado de sus posesiones, exhibido, despojado de innumerables cosas, apresado y aferrado a la pared, los ventiladores en potencia y en acción en contacto con el público, todos elementos cotidianos presentes en nuestras casas “(...) esa provocación como fuerza que te expulsa. No todo en mi obra tiene una explicación racional, me gusta liberar esas ideas al que viene y participa”, amplia apenas Calvo ya que no le gusta condicionar a su obra.

Este mueble se encuentra delimitado por un espacio anterior central e iluminado, ¿Qué hacer? ¿Acercarse o no? ¿Forma parte de la obra o no? ¿Recorrible o no?, todas preguntas lícitas para acceder a “Fortuna material”. Esta instalación nos provoca y funciona a modo de metáfora irónica de nuestro propio andar “Enfrente, del otro lado de la luz, circulan los visitantes. Llevan sus cosas sobre el cuerpo, en mochilas, en bolsas y en carteras, sobre los hombros, brazos y colgando de las manos. El centro iluminado todavía sigue vacío…”

El “Des/Inventario” de Cristina Piffer nos recuerda a las vitrinas de un museo y, como tal, nos invita a acercarnos y detenernos para dedicarle el tiempo necesario. Su obra nos pega de lleno cuando descubrimos detrás de la sutil obra emergen inquietantes historias de nuestras raíces de las que las narrativas oficiales no hablan.

Cada “texto” da cuenta de quienes fueron y cómo murieron cada uno de los esqueletos de ciertos habitantes de nuestros pueblos originarios inventariados en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata por su director, el antropólogo alemán Robert Lahmann Nitsche, a principios del siglo XX.

Impresos en serigrafía con grasa vacuna sobre papel de algodón, blanco sobre blanco, estos “textos” son huellas indelebles de nuestro pasado.

Gabriela Golder presenta “La propiedad de todo”, una instalación visual compuesta por dos videos en dialogo uno frente al otro, con un enorme vacío entre ambos. Ese vacío como un silencio metafórico para que el espectador pueda desplazarse en el, entre las palabras, dejando ese lugar necesario para la meditación. Las protagonistas de los videos son una adolescente -su sobrina- en uno y una mujer mayor -su madre- en el otro. 

Ambas reflexionan sobre textos escritos por Ulrike Mainhof durante su nefasta estadía en una cárcel alemana acusada de pertenecer al grupo terrorista “Fracción, del Ejército Rojo” (RAF). La madre ensaya sobre el libro “Yo, Ulrike, grito” y la adolescente sobre fragmentos de las cartas para sus hijos, escritos desde la cárcel.

La propiedad del todo indaga sobre la acción de tomar la palabra, de ocupar nuevos espacios de enunciación, de volver a escuchar y decir diferente.

“El Tejedor” de Diego Alberti convierte las antiguas guardas de tejidos prehispánicos en pixeles luminosos que se encienden en el sorprendente telar electrónico. Se trata de una matriz de cientos de leds entretejidos a mano, soldados uno a uno.

Conversando con el artista explicó “Este proyecto parte de una leyenda de tejedores de aguayos, que mientras realizaban sus tejidos en un momento se produce un error, una falla y en ese fallo aparece la divinidad, porque si fuera perfecto estaría confeccionado por los dioses”. 

Este telar digital que nos propone el artista también forma parte de la tradición del tejido como forma de contar historias y preservar su cultura, simplemente hubo un cambio tecnológico. Se paso de maderas y fibras vegetales a matrices electrónicas, alambres de cobre y luces leds. Y aún así todo fallo es posible, entonces nos queda el alivio de reconocernos humanos.

Y amplia en su texto del catálogo “A diferencia del tejido tradicional donde son las tejedoras y tejedores los responsables de traducir visualmente la historia del Universo y sus Dioses, este telar digital lo hace ejecutando ininterrumpidamente un algoritmo particular, buscando ese código que describe el Origen. De todas las cosas: La Divinidad.”

Valeria Conte Mac Donell nos cuenta sobre su poética Instalación visual y sonora “Cómo abandonar un barco”: Un barco construido para nunca tocar el agua y ser destruido, termina como un regalo en el jardín de la artista. Una puesta absolutamente poética, refinada y etérea vinculada a lo escénico. Nace de una performance que se presentó hace un mes en San Martín de los Andes. Integrada por cinco personajes de una mitología propia que acompañan ese momento de despliegue del barco.

La artista trabajó con Carmen Baliero en la composición sonora. Cada uno de los cinco personajes -los “Nautas”- tiene un instrumento no convencional en su cuerpo y generan sonidos audibles sin amplificar. Un pájaro, un dragón, un chancho, una Elfa y una medusa. Las personas se invisibilizan bajo estos trajes. “es una pequeña escena que no pretende ser narrativa sino una performance como un vuelo de colibrí, que transcurre en el momento de bajar el mástil”. 

La instalación en Fundación Klemm, está conformada por el registro visual de la performance presentada en la cual aparece la artista como la tramoyista de toda la composición. Uno de los trajes utilizados en la performance y la proa del barco dentro de la cual se despliega la obra de teatro para un solo espectador, mediante un sistema sonoro, de luces y artilugios entre cables y poleas una vez mas Valeria Conte Mac Donell nos deleita a modo de tramoyista con la representación de otro de los Nautas visibles en la performance. 

“En noviembre del 2017 me regalaron un barco, un velero que nunca tocó el agua, lo partí en cuatro pedazos y lo lleve al jardín de mi casa. Desde ese día busco como abandonarlo.”

Pablo Lapadula, con su “Teatro Científico” reconstruye un modelo de Naturaleza poética. “La ciencia no es un espejo de la naturaleza es una construcción, una teatralización de una forma de ver el mundo”, sugiere.

Todo artista trabaja con un dialogo y un imaginario, Pablo La Padula trabaja con el imaginario de la ciencia, nos pide y le interesa que hagamos ese esfuerzo necesario para el encuentro con su obra. Este “Teatro científico” es una obra descentrada: “justamente el no tener centro es la otra cara de la ciencia, la ciencia tiene un centro, el eje, el esqueleto, el pensamiento positivo, el cómo se construye el mundo a través de la matemática (…) en este caso es la contrapartida del pensamiento científico; son todas las entradas posibles, como puntos de ángulos tenga y espectadores haya. Es un experimento metafórico”.

En esta instalación Pablo La Padula está construyendo su obra con materia mínima y técnicas simples: dibuja con un tiralíneas o pinta con humo, una técnica que realiza con el tizne de humo de vela, “Lo que me interesa en particular de trabajar con humo -el trabajo mas científico que hago- es buscar la poética visual de un elemento inasible." Para lograrlo diseña un modelo experimental lo mas simple posible, sin artificialidad: una placa que trabajo horizontal porque el humo viaja hacia arriba, “es ponerme a favor del humo. Veo el mundo a través de una matriz científica y a través de la geométrica en el espacio. Trabajo en forma vertical y dejo que el humo fluya hacia donde quiere.”

A La Padula le interesa el encuentro, la vivencia “si no hay encuentro no hay llama”. Muy premonitorio para la realidad que nos toca vivir donde la vivencia del encuentro se nos tiene vedada. Continuemos trabajando junto al artista para que no se apague esa llama.

En la Sala Bonino, Rubén Grau –artista y arquitecto- presentó la Instalación “Galumphing: sobre la libertad, entre la mano y el lenguaje”, un proyecto de viviendas y mobiliario realizadas con módulos de papeles reciclados que trata de la centralidad del trabajo manual en nuestra cultura, del desarraigo, la condición obrera y lo sagrado. Como explica Grau en su texto, “ellas surgen del propio proceso de trabajo, de los elementos y acciones corporales, del reciclado de los materiales (pallets industriales) y la reutilización de todos su componentes. Cada módulo de 43 x 30 cm, permite el juego y, al multiplicarse, sirven para la construcción de casas ecológicas de impacto social para las familias sin techo.” La maqueta está acompañada por los planos constructivos del utópico proyecto AEI, Aldea ecológica integradora.

Grau invita con esta obra a “visualizar una utopía, una sociedad inclusiva con un nuevo modelo de Homo Eticus que proporciones la convivencia socio cultural entre todos los Seres y la Naturaleza."

Silvia Rivas, la única ausente en la inauguración por estar cumpliendo cuarentena por el Coronavirus después de su regreso de Arco Madrid, presentó “Trinchera, de la serie Fuerza diagonal”, una videoinstalación donde un grupo de personas lucha por ocupar el mismo espacio mientras se retienen recíprocamente cada vez a que alguna de ellas intenta renunciar a la lucha. Proyectada sobre un acrílico montado sobre trípodes de acero, la imagen en movimiento genera una situación donde el tiempo se materializa como una presencia física. Rivas intenta hacernos reflexionar sobre la condición del hombre “entendiendo la acción como pensamiento y éste como una facultad del individuo sólo realizable en relación con los otros.”

Juan Sorrentino, presenta “Quincha”, un cubo de 84 cm de lado construido en adobe y pintado con sangre y cal como se pintaban los edificios antiguamente aquí en Argentina que formaban parte de una bandera política vinculada con la sangre. La Casa Rosada y otros edificios institucionales eran pintados de esta manera, una técnica que también venía de España. Este cubo va vibrando por una frecuencia de 22 hercios o Hertz, una frecuencia muy grave y luego es continuado por un silencio que funciona como una espera a una acción. Esta acción se va repitiendo, este ciclo de silencio/sonido provoca que vayan cayendo las partes del revoque y pintura con sangre.

Juan Sorrentino supo condensar en su serie de los cubos “Parlantes Frágiles” nuestra historia, el no poder escapar a lo que somos, que aunque intentemos maquillar con revoque se desmorona “todo lo sólido se desvanece en el aire” y esto parece ahora más que nunca, y así lo explica en su texto “(…) Y Quincha el último de la serie (…) se resquebraja y desmorona en resonancia con las crisis sociales, económicas y políticas que caracterizan a la coyuntura de desigualdad actual.” 

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