Nota publicada online
Mientras una suave garúa otoñal caía sobre las siempre activas calles de la ciudad de New York, las luces del Metropolitan Pavillon, ubicado en el barrio de Chelsea, se encendieron al mismo tiempo y comenzó la tan anhelada función.
Declarada de interés para la ciudad, por su alcalde Michael Bloomberg, Pinta y el arte latinoamericano ya forman parte indiscutible de la cultura de la Gran Manzana. Con más pies cuadrados para exhibir excelentes obras, muchas de ellas dignas piezas de museo, 53 galerías especializadas en arte latinoamericano, dieron la bienvenida a conocidos coleccionistas, directores y curadores de prestigiosas instituciones.
Invadidos por un festivo clima de efervescencia, después de un promisorio día en el que las bolsas subieron un 7%, los entusiastas visitantes disfrutaron de las mejores propuestas de artistas contemporáneos que se destacan por su trayectoria y su calidad artística. Como en la primera edición, los cinéticos y los constructivos son los elegidos por las galerías para tentar a los museos comprometidos en el programa de adquisiciones para fortalecer sus colecciones de arte latinoamericano. Ellos son nada menos que el Museo del Barrio de New York, el Museum of Fine Arts de Houston, el Museum of MOMA, el Jack S. Blanton Museum of Art de Austin, la Tate Modern de Londres, el Harvard Art Museum de Boston, el MALBAde Buenos Aires y el Museo de Arte de Lima.
Se siente la adrenalina en el aire mientras los representantes de estos museos recorren la feria en busca de joyas. La Asociación de Amigos del Malba, adquirió para el Museo, asesorados por Mauro Herlitzka, vicepresidente de la Fundación Costantini, una instalación de 28 dibujos Fernando Bryce, artista peruano homenajeado, en la galería Barbara Thumm de Berlín.
La Tate Modern compró para su colección una obra de Arthur Luis Piza en el Gabinete de Arte de Raquel Arnaud de San Pablo.
León Tovar Gallery de New York presenta dos pesos pesados: un impactante Tomasello de 1988 y un espléndido mural cinético de Jesús Soto de 1981 valuado em u$s 1.100.000.- Emma Molina, galería de México presenta una impactante selección de obras de Julio Lepac. Van Eick este año trajo magníficos Magariños y Marta Botho, lo mismo que GC Estudio de Arte y Arévalo Arte de Florida, galería que ya concretó varias operaciones.
Más de 2.000 personas pasaron, anoche, a través de la instalación lumínica de Augusto Zanella, que comunica ambos pabellones de la feria. Teresa Bulgheroni, Magda Cordero, Erika Roberts, Javier Iturrioz, Leo Montes, Alejandro Corres, Jacobo Fiterman y Alex Reynal fueron algunas de las tantas figuras de nuestro medio que no se perdieron la fiesta.
La galería Sicart de Barcelona vendió 3 fotografías y una máquina de Nicola Costantino la noche de la inauguración. Luis Pérez Oramas, curador de arte latinoamericano del MOMA, visitó especialmente el stand de Cesar Segnini donde se exhiben obras de Beto de Volder.
Cecilia de Torres vendió las dos instalaciones móviles de Elías Crespín y un dibujo de Gego.
Lucía de la Puente adquirió un tríptico de Viviana Zargón en la galería panameña Arteconsult la noche de la inauguración. Susana Lescano se destaca con una de sus magníficas esculturas instalada en el nuevo pabellón.
En Arte por arte reservaron muy temprano dos obras de Juan Pablo Cheret y Florencia Temperley, otra de las artistas exhibidas vendió 5 fotografías a una coleccionista esa misma noche de apertura. María Noel y Antonia Robirosa, representadas por la galería española Alina Nowak Gallery, ya lograron puntos rojos apenas iniciada la feria.
Liliana Porter exhibió su nueva producción en Hosfelt Gallery, la galería neyorkina que la representa. Eduardo Stupía muestra sus trabajos en la galería de Jorge Mara junto a los de Cesar Paternosto.
Estrellita Brodsky adquirió una lindísima obra de Lugo en la galería de méxico de Alfredo Ginoccio. Sergio Aizembreg se interesó también por la obra. El chileno Iván Navarro expone sus llamativas instalaciones en neón en la española Distrito Cuatro y en Galería Moro de su país.
Si bien aún quedan tres días de feria, lo que ya queda claro es que el arte latinoamericano, de la mano de Pinta, se instaló definitivamente en New York.