Nota publicada online
Finalizó con gran éxito la Feria de arte moderno y contemporáneo de América Latina más importante del circuito internacional. PINTA The Modern and contemporary latin american art show, es un evento único que cada año exhibe lo mejor del arte latinoamericano
En la cuarta edición de Pinta bastaba escucharlo al galerista venezolano radicado en Nueva York, Henrique Farías, cuando elogiaba con notable erudición las virtudes de los artistas Leandro Katz, Osvaldo Romberg, Oscar Bony, David Lamelas, Nicolás García Uriburu o Margarita Paksa, para sentir orgullo de ser argentino. Pinta, la Feria consagrada al Arte latinoamericano que hace cuatro años llegó a Nueva York de la mano de tres argentinos, Diego Costa Peuser, Alejandro Zaia y Mauro Herlitzka, ocupó en esta última edición uno de los muelles del río Hudson y recibió más de 14.000 visitantes.
Pinta llegó a Nueva York para quedarse, pero en junio de este año surcó el océano y también estuvo Londres, estratégico enclave que le permitió reunir galeristas, coleccionistas y operadores de Europa, EE.UU. y Latinoamérica.
Los banderines rojos que anunciaban la feria flameaban junto a los adornos de Navidad en los faroles de la Quinta Avenida, los de la Madison y Broadway, desde el Norte hasta el Sur de Manhattan. Y aparecieron grandes avisos en las páginas del "New York Times".
Con el impulso de su vocación transnacional, Pinta acaba de sellar un joint venture con el Armory Show, la celebre feria creada en 1913 que, con el memorable Desnudo bajando la escalera de Duchamp, marcó el ingreso del arte moderno a EE.UU. A partir de 2011 el Armory Show, que también se realiza en el Pier 92, presentará arte latinoamericano, y ambas feria planean favorables intercambios.
Si se mira Pinta desde la retrospectiva, son varios los factores que consolidaron el éxito. En primer lugar, las obras con "calidad museo",
capaces de deslumbrar a los coleccionistas y a quienes creen que lo han visto todo y buscan en Latinoamérica algo diferente. En segundo lugar, se sellaron alianzas con poderosas coleccionistas como Paty Cisneros, Estrellita Brodsky y Ella Fontanals Cisneros y, simultáneamente, se gestó el Programa de Adquisiciones. La relación con quienes tejen y destejen la gloria de los artistas (directores y curadores de museos y colecciones privadas), se estrecha año a año. Con el aporte de fondos que otorga Pinta y de los propios museos, se realizaron varias compras, al igual que otros años. El Museo de Filadelfia que adquirió la escultura Metal líquido del brasileño Arthur Lescher, el Museo del Bronx se llevó Palarva del también brasileño Paulo Bruscky, el de la Universidad de Harvard, el de Los Ángeles Country, el Museo de Arte Latinoamericano (MOLAA) de Long Beach, el LACMA, también realizaron sus compras. Entre los visitantes estuvo Glenn Lowry, el director del MOMA, que no suele pasear por las ferias y galerías.
Casi tan importante como la de Lowry fue la visita del joyero Lawrence Graff, que, inmutable, gastó 1,2 millón de dólares en unas pinturas de
Wifredo Lam y Roberto Matta.
Brasil, con su economía en alza, presentó la mayor cantidad de galerías, como Nara Roesler, Dan o Baro, entre otras, pero también llegaron de Europa, de diversos países latinoamericanos y de EE.UU. De este modo, la preponderancia del arte abstracto, concreto, neo concreto, cinético y conceptual que caracterizó a Pinta desde sus inicios, abrió paso a una decidida diversidad estética.
La cantidad de galerías no ha aumentado, pero el recién ganado espacio permitió añadir un sector para exposiciones individuales, otro para
proyectos de arte seleccionados por el curador mexicano Pablo León de la Barra que financió la Fundación Arcos Dorados, y presentar una escenográfica exhibición de los vestidos de Maria Félix, con los diseños que le dedicaron Christian Dior y Balenciaga.
El soporte teórico resulta fundamental a la hora de presentar las credenciales del arte latinoamericano ante el mundo. Diego Costa Peuser
destacó los apoyos recibido para llevar adelante esta gestión: "Para comenzar, la ayuda del Ministerio de Cultura porteño. Hernán Lombardi, que si bien no llego a la inauguración, estuvo presente, y el MBA Lazard, que patrocinó el simposio destinado a revisar las relaciones entre el arte de EE.UU y el de Latinoamérica". Cabe aclarar que Lombardi ha roto el prejuicio que consideraba tabú financiar una gestión del mercado, y apoya la feria desde los inicios. El director de la feria, también destacó el valioso apoyo de la Fundación Exportar para el traslado de las obras.
Antes de que se inaugurara Pinta, la presidenta de la Americas Society, Susan Segal, brindó un cocktail de bienvenida. El curador del Museo de Filadelfia, el rosarino Eduardo Basualdo, abrió las jornadas teóricas junto a la directora del Instituto Cultural Argentino Norteamericano (ICANA), Inés Echebarne. Basualdo habló sobre el coleccionismo en los museos norteamericanos y estableció los parámetros de selección. Luego habló de las estrategias de para lograr donaciones, adquirir obra y hasta hacer compras en conjunto con diferentes organizaciones.
La directora de la Fundación Proa, Adriana Rosenberg y el curador Rodrigo Alonso presentaron en riguroso ingles, el libro "Imán: Nueva York", que sitúa al lector en la dimensión histórica de la década del ¹60 y que explora la poderosa atracción que ejerció la ciudad sobre un amplio grupo de instituciones y artistas argentinos. El libro descubre los lazos que en la década del 60 fueron muy estrechos, para sorpresa de todos, hasta de los mismos argentinos. La artista Liliana Porter, radicada desde entonces en esta ciudad, contó sus experiencias junto a Jaime Davidovich.
Si bien no todos los galeristas tuvieron la misma suerte, Teresa Anchorena estuvo entre los que vendieron, para comenzar la obra de su hija fotógrafa, Luna Paiva, las pinturas y dibujos de Andrés Videla, y de Roberto Elia.
Entre las ventas de Farias figuraban las obras de Eduardo Costa (en más de 30.000 dólares) y David Lamelas. Quienes cerraron los números con saldo a favor, y también aquellos que apenas llegaron a cubrir los gastos, aseguran haber ganado estupendos contactos. La participación en las ferias internacionales demanda una gran inversión, para solventarla, son varios los que deciden compartir un stand y aunar esfuerzos. Entre los argentinos estaban el galerista Gonzalo Vidal, Praxis, que abrirá una nueva galería en Chelsea, Arte x Arte y Alejandro Vautier, con las obras bellísimas del artista Manuel Amestoy y el hijo del fotógrafo Sameer Makarius, con las incomparables imágenes de su padre.
Gianni Campochiaro estuvo con el brasileño Ronie Mesquita, y en su stand estaba una bandera de EE.UU. realizada con pintura sólida por Eduardo Costa, acaso una de las obras más atractivas de esta feria. Al menos, la obra que cierra el capítulo de la vida del artista en Nueva York.
Como prueba de la recién ganada diversidad estética, representando otra realidad de Latinoamérica tan válida como la del arte abstracto e igualmente significativa, estaba la guatemalteca Regina José Galindo con sus pies sangrantes, en la galería Rollo de Londres. Galindo realizó su lacerante performance que le valió un León en la Bienal de Venecia de 2005, y desde entonces viene dejando sus huellas, los rastros de su dolor por las calles del mundo.