Nota publicada online
La exposición reúne una serie de pinturas en las que la artista ha creado un mundo propio en el que conviven viajeros, barcos y dinosaurios.
“Y es precisamente el encanto, lo primero que viene a nuestro encuentro cuando nos acercamos a las obras de Silvina Benguria.” Así describe Víctor Fernández, Director del Museo Benito Quinquela Martín y curador de la muestra -“Absolútamente ecléctica” como confiesa la propia artista- que inauguró el sábado pasado.
“Misteriosas y encantadoras son sus embarcaciones sumergidas en humos y nieblas multicolores,” continúa. “ Idílicas las atmósferas de las que emergen entrañables “monstruos” antediluvianos. Y sobre todo encantadores, los seres y situaciones profundamente humanos con los que irremediablemente empatizamos. Porque esos seres parecieran reflejar nuestros sueños y avatares, nuestras glorias y pequeñas miserias. Son frágiles y a la vez poderosos; circunstanciales, pero con un potente hálito de atemporalidad que los anima. Son a la vez vulgares y muy distinguidos. Son acaso, un vasto autorretrato de la humanidad, en el que por supuesto, no falta la ironía ni el humor. No la ironía capaz de herir a un semejante, sino el elegante ejercicio espiritual que en la paradoja y el absurdo halla las claves de una comunicación autentica y profunda. Y por eso, de alguna forma (de todas las formas) adivinamos que “somos” los personajes que Benguria retrata.”
Silvina Benguria es una artista universal que se sumerge en el inconciente colectivo y rescata historias silenciosas. Sus naves solitarias, albergan secretos nunca contados que el espectador terminará por descubrir. Cada uno de los personajes, plasmados en las telas de esta exposición, navegan los mares de Benguria pero también los mares del mundo; sólo tenemos que descubrirlos. Y ésta es justamente la invitación que nos hace la artista: aprender a mirar alrededor con un poco más de ingenuidad para disfrutar de la fantasía que el mundo real nos brinda.