Cuando las obras de dos artistas entablan un diálogo fructífero, lejos de perder cada una su individualidad, se potencian. Es lo que sucedió en estos días en la galería Laura Haber, donde convivieron las esculturas de Pájaro Gómez y los dibujos de Miriam Peralta, de producción reciente. Si bien se trata de dos muestras, cada una con su título y catálogo, las obras se instalaron en la misma sala y de manera alternada. Al ir observando los trabajos en detalle se advierten puntos en común, aunque se trata de poéticas y lenguajes plásticos distintos. Las esculturas de Gómez se caracterizan por sus formas filosas, agudas y estilizadas. En todas predomina el acero inoxidable y, en algunas, se combina con madera o vidrio, logrando un interesante contrapunto cromático y de texturas. Cada escultura está conformada por formas geométricas de líneas curvas y rectas que se articulan entre sí y horadan el espacio haciéndonos sentir su presencia. La imaginación del espectador puede verse llevada a relacionar algunas de las piezas con el perfil de un velero, una flecha, un ala. Todos motivos vinculados con la idea de elevación. “Pájaro huye de la horizontal como emblema de un camino sin riesgo. Quizás por esta razón es esencial la diagonal en su obra, ya que le otorga el riesgo de convivir con lo que sube o tiene que bajar”, señala Julio Sapollnik en el catálogo de la exposición. También en los dibujos de Peralta se impone una línea, hecha con grafito o carbonilla, relacionada con formas geométricas. Al igual que en las obras de Gómez, los dibujos de la artista juegan con un reducido cromatismo –en su caso entre el negro, el gris y el azul– que opone transparencias y opacidades. En algunos trabajos hay una línea más pregnante, por su grosor y color, la cual se abre o se cierra, se limita al espacio del papel o se proyecta hacia el exterior del mismo. En ciertos dibujos pareciera incluso elevarse hasta tomar vuelo y viajar como un barrilete o cometa. Asimismo, es posible asociarla con el trazo caligráfico. En otros trabajos, encontramos a esta línea envuelta o atrapada en la estructura de otras líneas, las cuales poseen una transparencia exquisita. Escribe la artista en el inicio de su catálogo: “Digo blanco, una pared de silencio respira cielo. Digo línea, tiro de un hilo trayendo a mí el centro del cielo”.  Palabras que condensan una obra que hace del blanco del papel o de la pared –ambos soportes utilizados indistintamente como puede verse en la muestra– un espacio de significación y encuentro con una línea desplegada con gran conciencia creativa.
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